La Celebración de los 500 Años del Anabautismo en Medellín: Un Encuentro Local con Resonancia Global

Foto por Javier Márquez Foto por Javier Márquez

Con una profunda gratitud por la historia y una renovada esperanza por el futuro, la Iglesia Menonita de Medellín celebró los 500 años del Movimiento Anabautista en un evento que combinó la cercanía del encuentro presencial con la participación virtual de hermanas y hermanos de distintas regiones del mundo.

La conmemoración tuvo lugar en el Centro de Fe y Culturas, con una asistencia presencial de miembros de la Comunidad Anabautista Paz y Reconciliación, líderes eclesiales, representantes de comunidades religiosas diversas y público en general. A su vez, gracias a la transmisión por Facebook Live desde la cuenta oficial de la Comunidad Anabautista de Medellín, y la conexión virtual vía Google Meet, se unieron personas desde Estados Unidos, México, Bogotá, Cali y otros lugares de Colombia, alcanzando un total aproximado de 60 participantes. Esta modalidad híbrida permitió que el espíritu de unidad y memoria trascendiera fronteras geográficas y culturales.

Un Espacio de Reconocimiento y Esperanza

Para el pastor Carlos Fernando Sánchez, quien lideró la organización del evento, esta celebración fue más que un acto simbólico. “Fue un espacio de profundo reconocimiento”, expresó. “Nació del diálogo con comunidades diversas: la Iglesia Católica, los anglicanos, pueblos indígenas, budistas, musulmanes y más. Fue un evento que, con sencillez y humildad, nos hizo recordar la importancia de hacer memoria histórica: de dónde venimos, cuáles fueron nuestras raíces y cómo podemos ser cristianos anabautistas en lo contemporáneo”.

Este llamado a la memoria no se limitó a los orígenes del anabautismo en el siglo XVI, sino que se hizo carne en la realidad de Medellín: una ciudad marcada por la violencia, pero también por experiencias de reconciliación profunda. Desde este contexto, la comunidad menonita local ofreció un testimonio encarnado de la fe anabautista: humilde, compasiva, abierta al otro, profundamente comprometida con la paz.

Una Comunidad que Escucha y Abraza

El testimonio de Luz Helena Martínez, miembro activo de la comunidad local, aportó una dimensión íntima y pastoral a la jornada. “Ese espacio fue una gran bendición para mí. Tuve la oportunidad de participar, de sentirme en familia, acogida, valorada. Me sentí escuchada, importante, y con la libertad de expresar mis sentimientos y emociones”, compartió durante el panel.

Sus palabras reflejan la esencia de una eclesiología comunitaria, donde la iglesia no es solo un lugar de culto, sino un espacio de pertenencia, cuidado mutuo y expresión libre. Una iglesia donde la fe no es una carga, sino una alegría compartida.

Una Conexión con la Comunidad Global Anabautista

La participación de la Conferencia Menonita Mosaico le dio a la celebración una perspectiva internacional. El director ejecutivo Steven Kriss, junto con Danilo Sánchez y Noel Santiago, se conectaron virtualmente desde los Estados Unidos para ofrecer una mirada histórica y espiritual del legado anabautista.

En su presentación, repasaron los fundamentos del movimiento: el bautismo de creyentes, la separación entre iglesia y Estado, el discipulado radical y la no violencia como estilo de vida. Su mensaje subrayó que el anabautismo, aún 500 años después, continúa siendo una propuesta viva y relevante frente a los desafíos actuales del mundo.

La Paz como Práctica Viva

El evento culminó con una oración interreligiosa y dos coros hermosos y profundamente espirituales dirigidos por el pastor de la Iglesia Menonita Shalom de Cartagena Eliécer Viloria, un gesto profundamente simbólico en tiempos de división. Fue también una declaración de la teología de la paz anabautista: una fe que no busca imponerse, sino abrir caminos de diálogo, sanación y transformación.

Más allá de los discursos, la conmemoración fue un acto de resistencia espiritual. En palabras del pastor Carlos: “Tener estos valores y esta espiritualidad de apertura, de ser comunidad y de mantener la misericordia y la compasión como práctica viva de cada uno y cada una, es lo que le da sentido a nuestra fe”.

En resumen, esta celebración no solo honró un pasado heroico, sino que encendió una llama de esperanza. A través de una iglesia que escucha, una comunidad que cuida, y una red global que acompaña, el anabautismo sigue ofreciendo una alternativa cristiana basada en la paz, la comunidad y el seguimiento radical de Jesús.

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