Tentaciones anabautistas

Delegación de ECAP en El Guayabo en el 2024. Foto por Jonathan Minchala Flores

“Es mucho lo que las «tecnologías teológicas» han intentado hacer para re-vestir a Jesús y justificar proyectos coloniales/capitalistas que oprimen a muchas personas. Sin embargo, Jesús se deja desvestir por cuerpas que sangran/menstrúan, que lloran, que bailan y mueven sus caderas, cuerpos gordos y sensuales, cuerpas que resucitan una y otra vez ante los proyectos de muerte de los necro-poderes.”

(Carmenmargarita Sánchez de León)

 

Fuimos invitados a predicar en la capilla del Comité Central Menonita hace unos meses, y decidimos, junto con mi compañera Fran, compartir qué sentido tiene para nosotros el anabautismo y cómo lo vivimos en esta tradición luego de 500 años.

Para acercarnos a este tema, primero nos preguntamos sobre el contexto de nuestro trabajo con Iglesias Anabautistas: ¿cómo se ve el encuentro entre un hombre joven de Nigeria, proveniente de una iglesia ortodoxa, con una comunidad en el Caribe colombiano donde viven veinte familias víctimas del conflicto armado? ¿Cómo vivirá su fe en un lugar donde no hay iglesias en las que pueda congregarse? ¿Cómo se ve el encuentro entre una mujer joven luterana de Zimbabue y una iglesia de los Hermanos Menonitas en la región afrocolombiana del Chocó, dedicada a la agroecología? ¿Cómo se ve el encuentro entre una mujer joven maya popti, de una iglesia evangélica en Guatemala, con una iglesia menonita que trabaja con adultos mayores y migrantes en la región de La Guajira, zona fronteriza con Venezuela, al norte de Colombia? ¿Cómo se ve el encuentro de una pareja de trabajadores de servicio de Ecuador y Chile que coordinan un programa para jóvenes que sirven en el trabajo por la paz en iglesias anabautistas de Colombia y en sus proyectos sociales?

Más que enfocarnos en declaraciones doctrinales o proposicionales sobre la fe, la manera en que entendemos el anabautismo tiene que ver con el testimonio. Y que nos perdone Palmer Becker por no basarnos únicamente en sus esencias del anabautismo: Jesús es el centro de nuestra fe, la comunidad es el centro de nuestra vida y la reconciliación es el centro de nuestra tarea.

Fran y yo nacimos en tradiciones cristianas que Juan Driver, junto con los anabautistas, considera parte de los cristianismos de la periferia: Fran en el pentecostalismo y yo en los Hermanos Libres o Asamblea de Hermanos. Estoy agradecido de que, luego de años de pasar por diferentes tradiciones y denominaciones cristianas, algunos anabautistas me hayan adoptado. Aunque mi acercamiento al anabautismo tiene que ver con sus énfasis doctrinales, me parece mucho más interesante cómo estos operan en la sociedad.

Quiero que nos detengamos en el evangelio de Mateo, en la historia cuando Jesús es llevado al desierto por el Espíritu. Es interesante que, justo después de haber escuchado la voz de su Padre decir, tras su bautismo: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo gran gozo”, el Espíritu lo conduzca al desierto. Tal vez lo peor que Jesús hubiera podido hacer después de escuchar esa voz habría sido comenzar su ministerio de inmediato, entrar en el bullicio de la sociedad, como señala Jonathan Martin. La voz del Padre es tan importante como para confundirla con cualquier otra voz. En el desierto, Jesús se entrenó para diferenciar el lenguaje de Dios del lenguaje del diablo. Lejos de las voces que nos confunden, cauterizan nuestras conciencias y distorsionan nuestros deseos, en el desierto sabemos claramente a quién nos enfrentamos: podemos reconocer a nuestros enemigos con claridad. No siempre identificamos tan nítidamente la voz absurda y ofensiva del diablo como en la soledad del desierto.

En las primeras dos tentaciones el diablo le dice:

“3 Si de veras eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. 4 Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. 5 Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, lo puso sobre el pináculo del templo 6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo, porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.”

El diablo no le dice que no es Hijo de Dios, sino que quiere que Jesús interprete mal lo que significa serlo. Aquí aparece una pregunta sobre el poder: el diablo quiere situar a Jesús como ese príncipe autoritario, hijo de un rey poderoso, que con su palabra puede exigir caprichos y destruir.

Es significativo que el diablo no recurra a filósofos paganos, sino a la propia Biblia para tentar a Jesús. Ya vemos de dónde han aprendido a manipular las Escrituras nuestros políticos en Latinoamérica.

“7 Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. 8 Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. 9 Y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adoras. 10 Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás. 11 El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.”

Al leer estas tentaciones, solo podía pensar en cuántas veces nosotros podemos estar postrados ante Satanás sin darnos cuenta. Muchas de estas tentaciones parecen razonables, pero el problema no es tanto lo que se podía obtener, sino el cómo:

“Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan” (hambre).
“Si eres Hijo de Dios, échate abajo del pináculo del templo” (protección).
“Todos estos reinos te daré si te postras y me adoras” (poder, tierras).

Las tentaciones son distintas, pero la raíz es siempre la misma: “Si eres quien dices ser, pruébalo”. Repito: el problema no está en lo que se obtiene, sino en cómo el diablo quiere que lo obtengamos.

Me pregunto: ¿cuáles son las tentaciones que enfrentamos como anabautistas? ¿Cómo respondemos cuando somos tentados a mostrar una identidad supuestamente pura, sin mancha y a veces elitista? ¿Cómo resistimos la tentación cuando nos dicen que la reconciliación, la no violencia y el trabajo por la paz son ingenuos e irreales?

Participar en la fe anabautista tiene todo que ver con el cómo trabajamos y cultivamos la paz, y no con salidas rápidas y “prácticas”. Se trata no solo del contenido de la construcción de paz, sino también de la manera en que la llevamos a cabo. Tiene que ver con entrenar la paciencia, desarrollar una escucha atenta y cultivar una humildad epistemológica mientras resistimos la violencia de los poderes estatales y, al mismo tiempo, abrimos los ojos a la esperanza que surge desde las bases comunitarias, no desde la confianza en otro mesías que no sea aquel que murió en la cruz a manos de los poderosos.

Este encuentro con el anabautismo tiene que ver con los talleres de resolución de conflictos, pero sobre todo con la manera en que practicamos el perdón y la reconciliación en comunidad.

¿Cómo resistir la opresión y la violencia, trabajar por la paz y la justicia con nuestros propios recursos y no con las armas del imperio y del Estado-nación? Este es el verdadero desafío de los anabautistas que sabemos reconocernos en la periferia y no en el centro del poder.

Laboratorio de la fe

Alister E. McGrath ha escrito sobre la iglesia primitiva como un lugar donde convivían y se ponían en tensión diferentes doctrinas, y no como un espacio en el que las ideas se descartaban de inmediato como heréticas u ortodoxas. En este sentido, la iglesia funcionaba como un laboratorio de la fe donde, tras una escucha atenta, prácticas de prueba y error y mucha paciencia, se descartaban aquellas ideas que no hacían justicia a la vida comunitaria de fe y adoración a Dios.

Este encuentro con el anabautismo se relaciona con una apertura doctrinal que entiende las diversas creencias cristianas como un laboratorio de la fe: una oportunidad para ser desafiados y aprender el lenguaje de la paz en medio de divisiones políticas de derecha e izquierda, conservadurismo o progresismo. Nos gusta pensar que el tiempo de aprendizaje con los participantes del programa Semilla, con quienes trabajamos en el Comité Central Menonita en Colombia, también puede funcionar como un laboratorio de la fe.

Sin embargo, el ecumenismo que queremos practicar desde el anabautismo nunca se sitúa desde una posición neutral, objetiva y desapasionada, sino que sale al encuentro mostrando con claridad nuestros vestidos, nuestras celebraciones y nuestra mesa servida.

Lenguaje cristiano y la no violencia

Queremos terminar compartiéndoles un par de citas del teólogo Stanley Hauerwas sobre el rol de la Iglesia y las ONGs:

“Las soluciones políticas más interesantes y creativas que los cristianos podemos ofrecer a nuestra sociedad atribulada no son nuevas leyes, asesoramiento al Congreso ni mayor financiación para programas sociales, aunque a veces apoyemos estos esfuerzos nacionales. La estrategia social más creativa que podemos ofrecer es la iglesia. Aquí mostramos al mundo una forma de vida que jamás podrá alcanzar mediante la coerción social o la acción gubernamental. Servimos al mundo mostrándole algo que no es: un lugar donde Dios está formando una familia con desconocidos” (Hauerwas 2017)

Esto es lo que creemos que podemos ofrecer a nuestros socios no cristianos, a la sociedad, a comunidades, a jóvenes voluntarios que buscan servir e incluso a las propias iglesias evangélicas. El trabajo más importante que tenemos como Iglesia de Cristo es ser una comunidad diversa de personas, entrenadas en el perdón y el amor al prójimo, donde nuestra nacionalidad no tiene la última palabra. En la iglesia aprendemos el lenguaje cristiano que nos permite imaginar un mundo donde no tengamos que seguir levantando muros para protegernos del extranjero ni matar al otro en nombre de la verdad y la justicia.

“A la sombra de una cristiandad moribunda, el reto consiste en recuperar una voz teológica fuerte sin que esa voz traicione la fragilidad propia de todo discurso, pero especialmente del discurso sobre Dios.” (Hauerwas 2015, 77)

Uno de los desafíos que tenemos con los socios es aprender a hablar un lenguaje no colonialista ni paternalista. Queremos practicar la no violencia, incluso reconociendo que muchas veces esta surge cuando intentamos convencer al otro de algo en lo que no cree. Tal como dice Robert Jenson, la violencia aparece cuando quiero decirte algo que “no estás en posición de escuchar y, aún así, insisto en hacer que me escuches. Cuando mis palabras no te mueven y, sin embargo, yo determino que tienes que moverte” (Jenson 1995, 44). Hemos sido habituados en un contexto en el que casi nada puede decirse sin violencia, incluso con toda nuestra teología de paz. Lamentablemente, hemos olvidado la libertad creativa de una fe en la periferia. Hemos olvidado la potencia que tiene la iglesia como comunidad de resistencia y celebración eucarística.

Pero, aunque parezca increíble, conservar la capacidad de reconocer nuestras tentaciones es una buena manera de celebrar estos 500 años de anabautismo.

 

 


Bibliografía:

 Collier, Charles. M. (2015). The Difference Christ Makes: Celebrating the Life, Work, and Friendship of Stanley Hauerwas. Wipf and Stock Publishers.

Hauerwas, Stanley. (2000). A Better Hope. Brazos Press.

Hauerwas, Stanley. (2017, July 5). The first task of the church. Plough. https://www.plough.com/en/topics/community/church-community/the-first-task-of-the-church.

Jenson, R. W. (1995). Essays in theology of culture. Wm. B. Eerdmans-Lightning Source.

Knauss, S., & Mendoza-Álvarez, C. (2019). Teologías Queer: devenir el cuerpo Queer de Cristo. Verbo Divino.

Martin, Jonathan. (2014). Prototipo. Influence Resources.

Bible Gateway. (2015). Dios Habla Hoy.

McGrath, Alister. E. (2025). El laboratorio de la fe. Sígueme.

 

Jonathan Minchala Flores

Jonathan Minchala Flores estudió grado y posgrado en comunicación, literatura y estudios de la cultura. Actualmente está haciendo un Doctorado Read More

Sign up to our newsletter for important updates and news!