La ayuda mutua es una verdad esencial de la fe cristiana.

Jesús sanó y alimentó a aquellos que él conoció en sus viajes de pueblo en pueblo. No se trataba de solo predicar las buenas nuevas pero era sobre el demostrar las buenas nuevas de maneras más prácticas. La iglesia primitiva se dio cuenta de esto y al empezar a desarrollarse en sus propias prácticas vemos sus preocupaciones mutuas el uno por el otro convertirse en prioridad. En Hechos 2:45-46 leemos, “Y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón.”
A.C. McGiffert, un erudito que ha escrito mucho sobre la iglesia primitiva ofrece una descripción interesante sobre estas nuevas comunidades en desarrollo de seguidores de Cristo. “Dentro del círculo de discípulos el amor que Jesús modeló ardió calurosamente y vívido. Una de las marcas más características de la vida de sus seguidores en la era apostólica fue su devoción del uno al otro y su respeto desinteresado por el bien común.” (pg. 16, Fretz)
No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo. Filipenses 2:4-5
Have a comment on this story? Write to the editors. Include your full name, city and state. Selected comments will be edited for publication in print or online.