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Versión para imprimir: Meno Acontecer agosto 2015
El 4 de julio recién pasado, dicen las noticias, que en un Walmart de Oklahoma a una persona vestida como un conductor de camión blindado, le fueron entregados 75 mil dólares en efectivo y nadie se dio cuenta, hasta que los genuinos conductores se hicieron presentes una hora más tarde. ¿Cómo puede ser posible tal engaño? ¿Cómo puede ser que nadie del personal se haya dado cuenta? Obviamente es un caso de discernimiento, es decir, todo parecía muy normal y auténtico, pero no lo era.
El miércoles por la mañana en sesión plenaria de delegados de la reciente Convención MC USA, el Director Ejecutivo de la Iglesia, Ervin Stutzman, hizo una excelente exposición acerca del discernimiento, en otras palabras, la acción de encontrar la diferencia entre lo que es real y lo que es falso. Dilema nada nuevo para la iglesia cristiana en todos sus siglos de existencia. Pues la historia nos ha demostrado que por falta de discernimiento se han cometido graves errores. Por lo tanto, para el bien de la iglesia urge más que nunca la acción de investigar y tomar las notas necesarias para descubrir lo falso en medio de lo verdadero.
Como el médico hace sus exámenes, pruebas e investigación para saber con claridad cuál es la afección, así la iglesia por años, ha estado discerniendo cual es la enfermedad que tiene, no queriendo reconocer que el pecado enferma y esclaviza a cualquiera persona. Si alguien opina lo contrario, se olvida de las palabras de Jesús, (Mat. 9:12-13) Los enfermos tienen necesidad de médico y vienen en su búsqueda, pero si este piensa que está bien aunque se debate en medio de infecciones, fracturas, dolores y afecciones de todo tipo, diciendo no estar enfermo, se engaña a sí mismo. El pecado de una vida no entregada a Dios continuará gobernando a tal persona. Y si vivimos adormecidos por calmantes y no se trata la enfermedad misma, el resultado inevitable es la muerte.
Hoy a lo malo se le llama bueno, y a lo bueno se le llama malo. Y a quienes denuncian el pecado y la maldad se nos llama intolerantes, homofóbicos, ignorantes, odiosos y otros sofisticados epítetos. Pues bien, hemos de saber que Dios es Santo y no tolera el pecado ni menos nuestras justificaciones (Lucas 16:15; Apoc. 2:20)… tampoco Jesús toleró el pecado cuando corrió del templo a los mercaderes, ladrones amparados por el sistema abusando a la gente (Juan 2:13-16). Tampoco Jesús usó palabras rebuscadas que sonaran políticamente correctas para no ofender a la audiencia. Fue claro en llamarles “hipócritas, insensatos, guías ciegos, sepulcros blanqueados, víboras” (y lo que ello significa) a los líderes religiosos que supuestamente servían a Dios (ver Mateo 23:1-36).
Y aún con sus mismos discípulos cuando les habló del precio del seguimiento Jesús fue asertivo, tanto que algunos lo encontraron duro y prefirieron irse; entonces fue cuando le preguntó a su círculo más íntimo, ¿queréis acaso iros también vosotros? (Juan 6:60-67). Jesús jamás anduvo con súplicas, como se estila hoy. Jesús predicó el arrepentimiento, perdón y una vida renovada, rehabilitada. El problema de nuestros días es lo que hace décadas atrás Dietrich vonHoffer apuntara, se predica un perdón sin arrepentimiento, justificando el pecado y no al pecador.
¿Es que tantos concurrentes a la iglesia no logran entender que todo pecado es aborrecible ante nuestro Creador y nuestras justificaciones no son más que trapos de inmundicia delante de Dios? Aparentemente no. Discernimiento claro en medio de la iglesia es lo que hace falta. Ello se deja ver con las aprobaciones de tolerancia o paciencia para con el pecado. La iglesia está siendo manejada por el activismo social. Con razón ya lo dijo el sabio Salomón (Ecl.1:9) “… y nada hay nuevo debajo del sol”. Las mismas sinvergüenzadas, engaños, abusos, violencia y perversiones que desmoronaron los poderosos imperios y naciones del pasado, destruirán a toda nación que se aleja de Dios y le desprecia. Y mayormente a la iglesia que sigue la corriente del mundo despreciando el llamado de Dios a ser sal de la tierra y luz de este mundo perdido.
El arrepentimiento de pecados y la conversión, lo cual Cristo predicó es el mismo mensaje para hoy (Marcos 1:15). No así el “Dios te ama, ven como estás y quédate como estás, solo que serás parte de una comunidad de amor”. ¿Por qué es tan difícil confrontar la realidad? La sociedad sin Dios está enferma de muerte y perdición eterna, y la iglesia que ampara el pecado en su medio también está enferma y en vías de destrucción, a menos que se arrepienta de sus malos caminos y se vuelva a Dios. ¡Acaso ¿no sabemos que ningún calmante cura una enfermedad?! La enfermedad de la iglesia es clara; se ha dejado de lado el consejo de la eterna Palabra de Dios y se ha reemplazado por excusas, baratos argumentos humanos y un mal entendido amor de Dios.
¡Definitivamente!!! Dios es bueno, Dios es amor, Dios es perdonador, Dios nos acoge, Dios ama al pecador, pero al pecador le es necesario reconocer su realidad, arrepentirse, buscar el perdón, convertirse y recibir la vida nueva. No puede haber vida nueva si se vive en pecado. Proclamar cierta religión o denominación ¡no salva a nadie! Lo falso se deja ver claramente al mirarlo con el cristal que Dios mira, Su Palabra. ¿Podemos discernir esto, o seguiremos siendo engañados por los que parecen ser, pero no lo son?
¿Cómo podremos seguir el legado anabautista contracorriente, si seguimos la corriente del mundo? Mientras tanto Dios nos sigue preguntando ¿Qué hemos hecho con el evangelio que rescata al pecador? Las buenas nuevas de salvación llaman a arrepentirnos del pecado, a convertirnos y a caminar con Jesús confrontando el pecado y dejándolo atrás para vivir una nueva vida. ¿Es Jesús nuestro Señor y Salvador y Señor de las iglesias donde nos congregamos?
Hasta la próxima…
RB por el equipo de HPLE
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