Judas 1-7
La Biblia habla de diferentes tipos de amor e ilustra para nosotros sus características. El rico lenguaje del Griego Koiné, idioma en que fue escrito el Nuevo Testamento, incluye por ejemplo, la palabra ágape para hablar del amor incondicional y misericordioso de Dios para quienes se arrepienten de su pecado, mientras que para hablar del amor entre familia y seres queridos, emplea la palabra filio. Para hablar del amor apasionado que causa atracción física entre un hombre y una mujer, el Nuevo Testamento utiliza la palabra eros.
Ahora, para hablar de la inmoralidad sexual y las relaciones entre dos hombres o dos mujeres, la palabra exclusivamente utilizada para ello es porneia de donde proviene la palabra pornografía. Porneia siempre es seguida por la palabra lascivia. De manera que el lenguaje tanto hebreo como griego es muy específico, y no nos permite darles significados e interpretaciones ajenas al mensaje y pensamiento de los escritores de la Biblia.
En nombre de un concepto ambiguo de la palabra amor ajeno a las Sagradas Escrituras, la iglesia apóstata de nuestros días, ha permitido y ha aceptado toda clase de anomalías, aberraciones, prácticas teológicas y éticas que no tienen respaldo alguno del lenguaje bíblico. Entre los terribles errores que se han infiltrado sutilmente en la Iglesia, encontramos las siguientes:
- El universalismo – enseñanza falsa del amor de Dios, que presume que en los tiempos finales Dios no permitirá que nadie se pierda y que todos sean salvos aunque nunca se hayan arrepentido de ser homicidas, pederastas, ladrones, inmorales, adúlteros, fornicarios, hipócritas y etc., etc.
- El dios de solo amor – enseñanza muy popular en muchas iglesias que sostiene que Dios es amor y no puede rechazar a nadie porque eso va en contra de su carácter y persona. El dios de solo amor invita a todos a ocupar un lugar en su mesa. Todos son bienvenidos y nadie es rechazado. Dios te acepta tal como tú eres y no es necesario cambiar tu conducta – en este evangelio falso no se habla de arrepentimiento, conversión y transformación espiritual.
- La híper-gracia – una enseñanza muy esencial en las mega-iglesias de prosperidad en las cuales se habla mucho de la palabra gracia y misericordia de Dios, pero nunca se menciona la palabra pecado, arrepentimiento y confesión en la misma oración para poder obtener el perdón y la misericordia del Señor.
En todas las iglesias apóstatas se predican estos mensajes y evangelios extraños con el fin de aumentar la asistencia de personas, de no ofender, de tener a la gente contenta con mensajes meramente emotivos para hacerlos sentirse bien y entretener a todos. En la iglesia apóstata del siglo 21, nunca se escucharán mensajes sobre el alto costo del discipulado, sobre el arrepentimiento para el perdón de pecados y la insistencia de Jesús, de nacer de nuevo para entrar al reino de Dios.
En la epístola de Judas, el hermano del Señor Jesucristo, encontramos la otra parte de la persona total de Dios – encontramos la otra cara de este Dios Santo que no soporta el pecado y llama a todos al arrepentimiento – especialmente a los creyentes apóstatas.
La razón que impulsó a Judas a escribir esta carta fue un gran sentido de urgencia. Su deseo de escribir sobre el tema de soteriología, es decir salvación, es eclipsado por la noticia que recibió, acerca de graves problemas de índole ético-moral en la comunidad cristiana. Los destinatarios de esta carta se encontraban siendo infiltrados por cristianos apóstatas enseñando una serie de errores doctrinales, que estaban causando estragos espirituales en la vida de muchos creyentes. Las enseñanzas moralmente vacías de estos apóstatas, estaban dando frutos de libertinaje e inmoralidad en dicha comunidad.
Por esta razón Judas hace el llamado a los receptores de su carta a “luchar vigorosamente por la fe encomendada una vez por todas a los santos” [hablamos de aquellos apartados del mundo para Dios]. Al Judas darles el imperativo de luchar vigorosamente por la fe, él emplea la palabra griega, epagonizesthai, que significa agonizar por la fe. Judas aquí emplea una metáfora atlética del gimnasio que implica una pelea de lucha libre, para darnos a entender que los cristianos de esa comunidad estaban sosteniendo una intensa batalla moral por la verdad.
En acuerdo con Erland Waltner (un escritor menonita), la fe encomendada una vez por todas a los santos son, “las enseñanzas heredadas a la comunidad cristiana por medio de la tradición apostólica; tradición normativa. Este depósito apostólico establece lo que es verdad cristiana autoritativa y no lo que sea actualmente la moda teológica. El carácter “una vez por todas” de la verdad cristiana está eternamente entrelazado con la histórica y no-comprometedora fe cristiana”.
Una de las características de la iglesia apóstata es su ataque y cuestionamiento de la misma Biblia que profesan tanto obedecer. En las iglesias secularizadas del siglo 21 no es sorprendente escuchar a los apóstatas decir que las epístolas de Pablo son irrelevantes, homofóbicas, machistas, condenatorias e intolerantes. Lo mismo dicen de las otras cartas apostólicas como las de Juan, Pedro, Santiago y Judas. Rechazando la autoridad apostólica de las Sagradas Escrituras, es la manera en que estos rebeldes se delatan por ser los impíos de los cuales la Biblia tanto nos alerta.
De estos apóstatas es que Judas habla cuando escribe que, “el problema es que se han infiltrado entre ustedes ciertos individuos que desde hace mucho tiempo han estado señalados para condenación. Son impíos que cambian en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan a Jesucristo, nuestro único Soberano y Señor”.
En el versículo 8 dice que, “estos individuos, llevados por su delirios, contaminan su cuerpo, desprecian la autoridad y maldicen a los seres celestiales. …maldicen lo que no entienden y como animales, lo que entienden por instinto es precisamente lo que los corrompe”
El versículo 12 continúa la descripción de ellos diciendo, “estos individuos son un peligro oculto: sin ningún respeto convierten en parrandas las fiestas de amor fraternal que ustedes celebran”.
Los creyentes debemos tener mucho cuidado con las fiestas entre “cristianos”, donde se sirven bebidas alcohólicas y se producen circunstancias que terminan en fornicación, adulterio y actos vergonzosos. La Biblia condena las borracheras y dice que los borrachos no entrarán al reino de Dios. Hay cristianos que se han creído más sabios que Dios y ahora se encuentran con un testimonio por el piso, vidas impías y apartadas de Dios, separados o divorciados por causa de su libertinaje. “Estos individuos son un peligro oculto: sin ningún respeto convierten en parrandas las fiestas de amor fraternal que ustedes celebran”.
Entre los apóstatas usted solo escuchará que Dios es amor. Pero en el evangelio de salvación y la fe apostólica usted conocerá la otra cara de Dios. Conocerá que Dios es un Dios de justicia – un fuego consumidor que exige de su pueblo escogido santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Este es el mismo Dios amoroso que sacó a Israel de Egipto, pero que también destruyó a los incrédulos que salieron y que murmuraron contra Él. El Dios que calcinó por completo a Sodoma y Gomorra causándoles el sufrimiento de un fuego eterno por haber practicado la inmoralidad sexual y los vicios contra la naturaleza.
Este Dios Santo tiene un mensaje urgente para todos. En estos días corruptos en que vivimos nos llama a permanecer fieles, y nos advierte en Apocalipsis 22:11, “El que es injusto, sea injusto todavía; el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. He aquí, yo vengo pronto y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último”.
David Araujo es pastor de la Iglesia Menonita del Buen Pastor en Goshen, Ind.
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