La Biblia tiene mucho que decir acerca de cómo podemos relacionarnos o interactuar con los gobiernos. En el Antiguo Testamento, leemos del llamamiento del pueblo Israelita por un rey y la siguiente advertencia de cómo actuaria un rey (1 Reyes 8). En el Nuevo Testamento vemos como Jesucristo hizo la distinción entre lo que es dado a Cesar y lo que es dado a Dios (Marcos 12:17), la declaración de Pablo de que las autoridades gobernantes son instituidas por Dios con el propósito de poner orden (Romanos 13: 1-7), y la declaración general en Colosenses 1:15-17 de que todos los gobernantes y los poderes están sujetos a Dios.
También en la Biblia hay ejemplos de personas de fe abogando contra políticas injustas e instando a las autoridades del gobierno para que defiendan la justicia y la equidad. Elías llamo al rey Acab a dar cuenta de su posesión injusta de la viña de Nabot (1 Reyes 21). Ester le suplicó al rey para su pueblo (Ester 7). A Juan el Bautista lo decapitaron como resultado de su desafío a Herodes el gobernante (Matthew 14:1-12).
Cuando nosotros como Anabautistas nos involucramos con funcionarios del gobierno, debemos de hacerlo como parte de nuestro testimonio vivido como iglesia. En otras palabras, si nuestra congregación no está haciendo nada por resolver el problema de la pobreza a nivel local o alrededor del mundo, nosotros probablemente no deberíamos decirle al gobierno cómo hacer eso.
Pero cuando nosotros nos estamos involucrando activamente con temas de justicia como la pobreza y el racismo en nuestras iglesias, rápidamente nos damos cuenta que estos temas son profundamente sistémicos y que se deben de tratar, no sólo a nivel personal o nivel congregacional, sino también a nivel social a través de políticas más justas.
Leer “Base bíblica para la incidencia” por completo y explorar los otros recursos de CCM sobre: Haga conocer su mensaje, Cómo ponerse en contacto con miembros del Congreso, Cómo reunirse con sus legisladores, y Cómo una ley propuesta se convierte en ley.
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