This article was originally published by The Mennonite

Ya no Podemos Ser Igual Somos Piel, Pies y Brazos de Dios

Extra information: On November 10, 2018, a group of participants in a learning tour to Honduras departed from the Central Evangelical Mennonite Church in San Pedro Sula to visit the office of MCC partner Mennonite Social Action Commission (CASM) a few blocks away, and later the vocational school. At the school, they had the opportunity to learn about the programs CASM offers to returned migrants and communities in need within San Pedro Sula. Following this, they shared a meal prepared by students who are attending the schoollearning cooking, welding, industrial operation and AC repair.

Durante la migración hay dos sensaciones que acompañan este evento, la nostalgia y la pérdida. Durante 6 meses vivimos y experimentamos en Casa de Paz en Aurora, Colorado, estas sensaciones, la  propia y la de los que llegaban procedentes de varias partes del mundo. Casa de Paz es un espacio de transición que da refugio a inmigrantes que piden asilo político en Estados Unidos y proceden de cualquier parte del mundo y que han pasado por un largo proceso de solicitud de asilo político. Muchos/as han salido de su país de origen por voluntad propia para mejorar su calidad de vida, otros/as fueron expulsados por las circunstancias de peligro y violencia extrema.

Esto nos hace recordar el Salmo 137, porque proyecta sentimientos de pérdida, nostalgia, enojo y vacío existencial. Al leerlo e investigar su contexto histórico, político, social, cultural y religioso, podemos descubrir que estos cantores músicos del templo de Jerusalén viven una pena profunda por no estar en su país, y la exigencia de sus adversarios por complacerlos con sus cantos, no les es agradable a ellos, más bien les hace recordar las condiciones en las que se encuentran. Hoy Muchos podrían identificarse y reconocer estas emociones al experimentar una migración forzada. En los 6 meses que vivimos en Casa de Paz pudimos escuchar muchas historias de pérdida, dolor y sufrimiento extremo, en un proceso de calvario para lograr llegar al supuesto “sueño americano” (¿La gran Babilonia hoy?).

Tuvimos muchos aprendizajes pero por falta de espacio sólo mencionaremos tres: La aceptación incondicional al diferente por que es imagen y semejanza de Dios, respeto a usos y costumbres que muchas veces son opuestos a lo nuestro y aun así hay que compartir. Convertirnos en piel humana, pies y brazos de Dios que den refugio a todos/as que necesitan urgentemente amparo. Gracias a “Casa de Paz” por permitirnos servir a los inmigrantes en Aurora Colorado y gracias a Dios por darnos esta oportunidad de experimentar y aprender de nuestro prójimo.

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