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Lleno de disturbios se fue el 2014, donde el monstruoso demonio del racismo manifestó reiteradamente su poder y dominio, donde la violencia pública y doméstica y la proliferación de ideas y doctrinas viejas y nuevas, continuó fomentando la confusión humana. Y nos llega el 2015 con muchas resoluciones personales en mente.

Aquí es cuando muchos quisieran que algo mágico borrara los abusos, la violencia y el racismo, las injusticias del pasado y todo aquello que hizo miserable el año que se fue. Y que el año nuevo sea como una hoja limpia y nueva donde podamos escribir y hacer las cosas mejor que antes. Pero ¿sabe qué? La realidad es que es así en lo que respecta a lo personal, se nos da un nuevo amanecer cada día, en el cual nosotros, por medio de nuestras decisiones, haremos lo que nos parece que está bien. He aquí está el secreto, depende de quién guía nuestras vidas, así será las decisiones que tomemos y lo que haremos cada día; tomaremos buenas decisiones, o tal vez malas decisiones, pero una cosa es clara, son nuestras decisiones. Ahora preguntémonos ¿en qué nos basamos para tomar nuestras decisiones?, ¿con quién consultamos?, ¿acudimos acaso al Manual de Vida?, ¿buscamos la dirección del Señor?

La iglesia está viviendo en medio de una ansiedad terrible… hablamos de ser hermanos, pero no nos tratamos como hermanos, sino como enemigos; como personas que están en los extremos. No nos damos cuenta ni queremos reconocer, que es el pecado y la desobediencia a Dios lo que nos lleva por caminos diferentes. El enemigo se ha infiltrado en las mentes de muchos cristianos para hacerles creer que debemos solidarizar con los pecadores en su pecado y perversión, en vez de rescatarlos y sacarlos del pecado. El intento diabólico es que la iglesia cambie sus parámetros, que cuestionemos la Biblia y que cambiemos nuestra Confesión de Fe, para acomodarla a los dictados y la corriente de este mundo perdido en que vivimos. El libro de Judas en sus últimos versículos es revelador, diciéndonos que en estos tiempos que vivimos, los burladores andan según sus malvados deseos, son sensuales, que causan divisiones, porque no tienen el Espíritu… y el Escrito continúa llamándonos a convencer a los que dudan, inclusive a salvar a otros arrebatándolos del fuego y teniendo misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne (18-23).

A la hora de analizar lo que nos trajo el 2014 y hacer planes para el 2015, algunos toman serias resoluciones para el nuevo año. Pero ¿cuán serias son estas resoluciones o promesas? Lo interesante es que cada promesa en lo personal, está sujeta a nuestro control… ¿cuán seriamente creemos lo que hemos prometido? Me temo que a menudo nuestras promesas no tienen solidez porque son humanas y volubles, cambiamos de opinión como quien se cambia de ropa. Si revisamos nuestras vidas honestamente, encontraremos cantidades de promesas rotas y atropelladas por un deseo del momento. Lo que realmente necesitamos es a Cristo viviendo en nosotros, nuestra voluntad sujeta a la voluntad de Dios, solo entonces prosperará nuestro caminar y viviremos en bendición.

Para el año entrante ¿te atreverás a dedicar más tiempo a la vida espiritual?, ¿a tomar más en serio la Escritura? con todo lo que eso significa, ej. oración, lectura, meditación, colaboración en la iglesia por medio de tus dones. Mejor tiempo de calidad para la familia, mejorar en las relaciones con los demás, en el trabajo, con tus vecinos… – ¡Eh, pare, pare!! ¡Eso toma tiempo!!! – Sí, así es – ¡y yo no tengo tanto tiempo! – yo tampoco, pero esto significa que las mismas 24 horas que todos tenemos, tendremos que distribuirlas mejor. Pongámonos a pensar, ¿en qué gasto mi tiempo diario? No se trata de dormir menos, ni descansar menos, ni comer menos, sino se trata de reducir o eliminar aquellas cosas inútiles que nos roban el tiempo. Alguno me dirá “-¡oh sí! es el trabajo el que me quita más tiempo-. Entonces, preguntaremos si es que ¿estamos trabajando demasiado tiempo?, ¿tal vez para pagar por cosas innecesarias que compramos al crédito? pero como quiera ya las compramos; y para peor ni podemos disfrutarlas porque no tenemos tiempo.

¿No será este el momento de valorizar lo que realmente vale la pena en la vida?, ¿es tu familia, es la vida espiritual?, ¿es acumular mucho dinero y cosas para que cuando mueras, alguien que ni siquiera sabes quién es, se quede con ellas? Tal vez dirás, ¡que injusta es la vida!, pero más bien deberíamos recapacitar y considerar, cuáles son mis decisiones en cuanto a lo más importante para mi vida. ¿Cuáles fueron tus decisiones y resoluciones de fin de año?, ¿tienen que ver con tu vida espiritual o son egoístamente materialistas y alejadas de Dios?

¡Iglesia, continúa predicando la sana doctrina, incontaminada! Y más que todo, personalmente continuemos viviendo como verdaderos seguidores de Cristo. ¡Ayúdanos Señor a poner en correcta perspectiva lo que tiene valor en esta vida y en la venidera!

¡Dios te bendiga!!
Hasta la próxima edición…
RB por el equipo de HPLE

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