Misión y Migración, hacía la búsqueda de una historia de la identidad anabautista latinoamericana

eólogo e historiador costarricense Jaime Prieto. Teólogo e historiador costarricense Jaime Prieto.

Un libro que me ha llamado mucho la atención recientemente es “Misión y Migración” (2010) del teólogo e historiador costarricense Jaime Prieto. Los antecedentes del mismo datan del año 1995, cuando la junta directiva del Congreso Mundial Menonita (CMM) apoyó la iniciativa de escribir la historia de las comunidades menonitas e iglesias  anabautistas en el mundo entero. El proyecto comprendía un total de cinco tomos asignados a los siguientes continentes: Europa, Norteamérica (Estados Unidos y Canadá), Asia, África y América Latina. El hermano Prieto asumió la tarea de escribir la historia del anabautismo en América Latina desde sus inicios en Argentina en 1917 hasta el año 2009.

Misión y Migración

Este libro, sin duda, es una joya para todos aquellos que estamos interesados en rastrear nuestra identidad anabautista Latinoamericana, propia de cada país y región cultural. El libro abarca la historia de las regiones del Cono sur (Uruguay, Argentina, Paraguay, Brasil), la Región Andina (Colombia, Perú, Bolivia) El Caribe (Puerto Rico, República Dominicana, Jamaica, Cuba, Haití, Belice y las Antillas Menores), y Mesoamérica (México, Honduras, Panamá,  Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Nicaragua).

Así que, con mucho entusiasmo para conocer cómo fue concebida esta obra, me acerqué al Hno Prieto para realizarle esta entrevista. Él, con su carácter sencillo y amplia sonrisa me compartió algunos aspectos importantes en el proceso de elaboración de dicho libro.

 WV: Hno Prieto, ¿Por qué un proyecto sobre conocer la historia de la iglesia Menonita en América Latina?

JP: En la 13era. Asamblea de la CMM, realizada en Calcuta, India (1997), se aprobó el proyecto para escribir cinco tomos, que representarían cada uno de los continentes en que se han fundado comunidades menonitas e iglesias anabautistas. De esta manera, un grupo de historiadores de la Iglesia asumimos esa tarea a nivel mundial. A mí me asignaron escribir el tomo correspondiente a América Latina. El interés de la obra general editada por los historiadores John A. Lapp y C. Arnold Snyder es dar a conocer las raíces históricas y la identidad teológica y pastoral de nuestras iglesias y comunidades de fe.

WV: ¿Cómo fue el proceso de documentación histórica, resultó difícil?

JP: Mi madre María Esther murió cuando yo tenía apenas unos tres años de edad. Éramos una familia grande de 8 hijos y en condiciones de mucha pobreza. Por eso, crecí junto con mi hermana María Eugenia en un orfanato evangélico conocido como el Hogar Bíblico, en Heredia, Costa Rica. En nuestra infancia nos enseñaron con mucho cariño las Sagradas Escrituras. Elmer y Elena Lehman fueron los primeros misioneros menonitas que llegaron a Costa Rica en el año 1961 y mis mentores espirituales en la Iglesia Menonita de Heredia. 

No llegué a vivir con el resto de mis familiares por las difíciles condiciones económicas que no cambiaron a través de los años. Al salir del orfanato a mis doce años de edad, la Iglesia Menonita se convirtió en mi familia. Quizás en parte mi gran anhelo de escribir la historia esparcida de los menonitas y anabautistas en América Latina viene de ese gran interés de restaurar, de hacer evidente mi gran familia. Desde muy joven serví en la Iglesia Menonita predicando en la Iglesia y enseñando en todos los grupos de escuela dominical, desde los niños pequeños hasta los jóvenes. Entre mis documentos tengo una grabación que hice a don Elmer Lehman hace muchos años preguntándole sobre los orígenes de la Iglesia Menonita en Costa Rica. Empecé a recolectar documentos de la Iglesia Menonita de Costa Rica y de la Consulta Anabautista-Menonita de Centro América y Panamá (CAMCA)  ya desde los comienzos de los años 1970.

Inicié mis estudios universitarios con la carrera de economía, pero mi corazón estaba en servir a Dios y por eso escogí la teología y la historia de la Iglesia. Los trabajos de graduación de mi bachillerato y licenciatura en Teología tratan sobre temas de los orígenes del Anabautismo en Europa, Costa Rica y América Latina.  Así fue como continué coleccionando libros y documentos sobre esa temática. Durante mis estudios doctorales en Alemania continué trabajando nuevamente estas temáticas y consulté archivos en Alemania, Holanda, Suiza, Estados Unidos y Canadá. Mis primeros investigaciones y libros se fundamentan mayormente en documentos escritos. En el proyecto del CMM introduzco fuertemente la historia oral. Empecé a viajar por toda América latina y ahí coleccionaba dos tipos de fuentes: las escritas y las orales a través de grabaciones y entrevistas. Fue una metodología intencionada. Los documentos escritos a través de actas y cartas revelan sobre todo las posturas oficiales de la Iglesia. Los testimonios orales de las personas nos cuentan más de sus propias historias, de su cultura y su vida diaria. Lo ideal sería combinar las fuentes orales con las escritas y, ahora en estos tiempos tecnológicos, las audiovisuales.  Yo ya tengo 63 años. Esto me ha llevado prácticamente toda mi vida. Cuarenta y cinco años de recolección de fuentes. Realmente esto ha sido mi pasión.

 

WV: Hablando de esta técnica puedo notar que en el libro aparecen muchos testimonios, y también canciones oraciones, poemas y fragmentos de prédicas. Creo que eso le da un carácter muy humano y cercano al contenido.

JP: Cuando hice mis primeras publicaciones consideré más las fuentes escritas, pero en la actualidad sabemos que la historiografía se enriquece grandemente con las tradiciones orales.  La verdad es que yo lo hice de una manera fantástica. No tenía todos los medios que hubiese querido, pero trabaje sin descanso a “tiempo y fuera de tiempo.” Viajé a 18 países, dado mi trabajo en el Seminario Bíblico Latinoamericano en ese momento, e hice muchas entrevistas personales. El CMM y las iglesias locales me apoyaba para quedarme días extras en los países que visitaba. No todo el trabajo fue publicado. Muchos testimonios se quedaron fuera del libro, porque ya no había espacio. Y ya habían pasado muchos años y teníamos que cerrar el proyecto, de acuerdo con mis editores.  Los testimonios, predicaciones, cantos y poesías, que ahí aparecen son pocos y cortos, pero la verdad es que contamos con recursos para contar esta historia con mayores detalles. Ahora estoy trabajando un segundo tomo, que se inicia en 1979 y se extiende hasta la actualidad, ya que como se puede percibir en “Misión y Migración”, el último capítulo (1979-2009) solo hace una breve alusión a nuevas obras e instituciones anabautistas de ese período. Este esfuerzo no se trata de una simple investigación o de trabajar con hipótesis. Continuamos con esta intención, de que igual al primer tomo, la investigación en proceso recoja el testimonio de fe, la manera que los hermanos y hermanas narran su encuentro con Jesús, percibir el Espíritu Santo que va formando la comunidad de seguidores y seguidoras de Jesús. Nuestra intención es escuchar las historias del pueblo de Dios, para que luego podamos escribir y leer su propia historia de fe.

  WV: ¿Cómo ve el papel de las mujeres en las Iglesias anabautistas, hasta qué punto se ha reconocido este trabajo?

JP: La gran fuerza de los movimientos feministas que lucharon por hacer reconocer los derechos de las mujeres y su condición de igualdad frente al hombre en América Latina emerge en los años setenta.  Sin embargo, en el trabajo misionero, pastoral y el desarrollo de la historia de la Iglesia vemos desde el inicio de la misma, el rol trascendental que han jugado las mujeres. En la obra que tu mencionas, procuré mantener un balance en los personajes entre hombres, mujeres y niños/niñas, tanto en los testimonios como en las fotos que los retratan. La mujer no se presenta de una manera superficial, sino como sujeta de la historia.

Las esposas de los misioneros, quienes eran muy activas en toda la organización de la Iglesia, la escuela dominical y las Sociedades Femeniles, y pasaron ese espíritu a las mujeres de los barrios donde se levantaron iglesias. Elena Lehman, por ejemplo, contaba historias bíblicas para los niños y niñas el día domingo con un franelógrafo, en el espacio donde estaban simultáneamente los adultos. Recuerdo que había un miembro dirigente de la iglesia que se indisponía mucho, porque consideraba que “las mujeres no deben enseñar en público”, pero ella nunca se dejó intimidar.

La Iglesia Evangélica Menonita fue la primera organización anabautista fundada en América Latina (1917). Anita Cavadore fue bautizada en 1919 y su legado como una de las fundadoras de dicha iglesia fue inmenso.  Ella acompañaba a las misioneras que iban de casa en casa tocando las puertas y evangelizando. Anita habría las Sagradas Escrituras y empezaba a leer historias, parábolas, y textos doctrinales del Antiguo y Nuevo Testamento. El papel de Anita Cavadore en los años fundantes de la Iglesia Menonita en Argentina fue tal, que, en una reunión de pastores, alguien llegó a sugerir que ella merecía tener un sueldo igual a los pastores y evangelistas varones de la organización. Pero esta propuesta nunca fue aceptada por los pastores. A pesar de ello, Anita Cavodore siguió desarrollando sus grandes capacidades de evangelización, y se convirtió en la primera mujer que llegó a ocupar un puesto en la Junta Directiva de la Iglesia Menonita de Argentina en el año de 1930.

Quien lee el libro “Misión y Migración”, podrá notar a lo largo del desarrollo del mismo el importante rol de las mujeres, como los casos de: la gran escritora y traductora uruguaya del CMM Milka Rindzinski,  la líder migrante brasileña Elisabeth Toews, la pastora de  Cuba Juana María García, la pastora uruguaya Beatríz Barrios, la líder jamaiquina Florence O´Brien,  la pastora guatemalteca y miembro del CMM Leonor Méndez, la teóloga nicaragüense Verónica Arguedas, la teóloga y misionera colombiana Patricia Ureña, la pastora y teóloga colombiana Alix Lozano, la pastora y teóloga panameña Alina Itucama y muchas otras más. Esto es sólo una muestra muy pequeña de todo lo que han aportado las mujeres a la historia del Anabautismo en América Latina.

WV: En su libro usted menciona sobre el carácter multiétnico del Anabautismo Latinoamericano, ¿qué hace falta para reconocerlo y abrazarlo?

JP: El Anabautismo en la Europa Central del siglo XVI tuvo un carácter poligenético al surgir de muy diversos grupos culturales y sociales, que irrumpieron en las ciudades de Alemania, Suiza, Francia, Holanda, Austria y Hungría. De esa gran diversidad cultural y de sus múltiples percepciones para entender el misterio de Dios y seguir a Jesucristo dan cuenta muchos historiadores e historiadoras anabautistas, como a modo de ejemplo lo hacen: Lydia Müller, Josef Beck, George Williams, C. Arnold Snyder y Linda A. Huebert Hecht.

Nuestro continente latinoamericano también experimenta una gran diversidad cultural y étnica.  Aquí llegaron diversas Juntas Misioneras Menonitas y diversas colonias menonitas étnicas procedentes de Norteamérica y Europa. Por otro lado, América Latina a principios del siglo pasado ya era un continente multicultural con poblaciones indígenas que habitaron desde antes del impacto colonial europeo en 1492, y que con el paso del tiempo se mezclaron con poblaciones de origen africano que se asentaron en estas tierras durante el tiempo de la esclavitud. Tenemos también a las culturas europeas que migraron desde tiempos coloniales a nuestros países y el surgimiento de los mestizos y otros pueblos que nacieron del cruce intercultural entre algunas de las culturas mencionadas, como el caso de los miskitos en Nicaragua. Especialmente después de la II Guerra Mundial tenemos la llegada de familias judías, y en las últimas décadas han llegado más migrantes de origen asiático y musulmán. Para reconocer y abrazar esa realidad multicultural de América Latina basta abrir los ojos y ver las familias migrantes que habitan alrededor nuestro. Cuando realizo entrevistas de las personas miembros de iglesias anabautistas o comunidades menonitas en los diferentes países y regiones de América Latina, inmediatamente puedo entender a través de sus idiomas, testimonios de vida y de su experiencia de fe ese carácter étnico-multicultural. Solamente partiendo de esa realidad es que podemos entender correctamente la gran riqueza cultural, étnica y espiritual de nuestras comunidades de fe en todo América Latina.

WV: Es interesante revisar que el Anabautismo surgió en Europa y fue traído aquí por Misioneros de las iglesias en Estados Unidos y Canadá, quizás de alguna manera colonialista. ¿Cómo valoras que fue ese encuentro y respeto de las culturas de cada país en esos primeros momentos del trabajo misionero?

JP: Se presentaron experiencias de encuentro y desencuentros culturales muy interesantes y algunas de ellas narro en el libro “Misión y Migración”.  Ahora me referiré a una experiencia muy hermosas de encuentro intercultural entre los misioneros menonitas norteamericanos y los pueblos Tobas en Argentina. Normalmente las misiones evangélicas, llámese bautistas, reformados, luteranos, pentecostales o menonitas son muy celosos con los principios doctrinales que fundamentan su denominación.  Los Tobas, por sus tradiciones étnico-culturales asumieron una percepción más pneumatológica, que se puede percibir en sus historias, sus cantos, expresiones cúlticas, su relacionamiento con el fuego y la naturaleza, y los dones del Espíritu Santo. Los Tobas decidieron organizar la Iglesia Unida, que si bien es cierto contó con el apoyo de diversas denominaciones cristianas, mantuvo en el centro de su teología, de su quehacer pastoral y vida diaria su propia cultura. Lo primordial para misioneros menonitas como: Mary y William Reyburn en su trabajo de traducción de las Sagradas Escrituras a la lengua de los Tobas; el trabajo de Lois y Albert Buckwalter en la organización de la Iglesia Unida y la traducción del lenguaje Mocobi, no era que este trabajo misionero llevara el nombre menonita, sino que en el centro del mismo fluyera el Evangelio, preñado de la vida, las lenguas, la cultura y las tradiciones tobas.

WV:¿Cuáles considera usted  que son los desafíos para el Anabautismo en América Latina en estos años?

JP: Sin duda hay desafíos gigantescos. Lo que ha revelado a la pandemia del Covid-19 es el abuso de los seres humanos sobre los otros animales y sobre toda la naturaleza. La pandemia es una reacción de la tierra misma a las injusticias que han estado presentes en la explotación de la tierra, de los animales y la corrupción social de nuestros sistemas.  El aislamiento al que nos ha sometido la pandemia las relevó mucho más. El doble trabajo que realiza las mujeres desde su casa y sentir en lo estrecho del espacio el vivir junto a su abusador. Las migraciones se intensificaron y no cesan en los continentes, países y ciudades más pobres. Familias enteras se ven lanzadas a trillos migratorios en busca de sobrevivencia en otros estados y procurando cruzar fronteras como lo hemos visto recientemente con más de 10.000 haitianos y centroamericanos entre México y los Estados Unidos. Yo creo que los desafíos son enormes y exige de nosotros preguntarnos si realmente estamos siguiendo a Jesús. La naturaleza está sufriendo partos de dolor y espera el día de ser liberada (I Corintios 8: 21-23).  La tierra expresa el dolor de la mala administración en nuestra tarea como mayordomos de Dios. Creo que las grandes dificultades que vivieron nuestros hermanos anabautistas y la sociedad del siglo XVI con las guerras, injusticias, destrucción del medio ambiente, persecuciones, hambrunas, y pandemias podría tener grandes similitudes con lo que estamos viviendo hoy. Hay que reconocer que Dios nos dio este paraíso, la tierra, para que la trabajemos y cuidemos, sino lo hacemos aquí, no lo podremos hacer en otras esferas. Debemos manifestar un deseo profundo que la luz de Dios cobije nuestros corazones y acciones.

WV: El libro de “Misión y Migración” cierra con una hermosa oración dicha por los discípulos y que registra el Evangelio de Lucas 29:4: “quédate con nosotros porque cae la tarde y se termina el día”. Reflexiono con el hno. Prieto sobre ese pasaje y acordamos que sí, definitivamente la oscuridad está muy presente y necesitamos a Jesús que camine con nosotros, cobije nuestros corazones e ilumine el sendero de nuestras pisadas al seguirle.

Wendy Vado

Wendy Vado (34) Nicaragüense. Estudió filología y comunicación social en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Le gusta escribir y Read More

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