Algunas historias de la biblia resultan tan familiares que las romantizamos perdiendo quizás el llamado radical que nos ofrecen. Creo que una de ellas es la historia del llamado de Abram que encontramos en Génesis 12.
El texto no nos da información sobre la relación entre Dios y Abram. Podemos especular que no existía, o que ya existía previo a este encuentro, pero no podemos afirmar nada porque no sabemos. Pero lo que sí sabemos, si leemos los capitulos anteriores, es algunos datos sobre Dios y algunos datos sobre Abram.
Empecemos por Abram. Sabemos por el capítulo anterior que su padre es Taré. Taré tuvo originalmente tres hijos, Abram, Nacor y Harán. Uno de ellos, Harán, falleció cuando estaban en Ur de los Caldeos, la tierra de su nacimiento. No tenemos más información sobre lo que ocurrió, sólo que murió y que tuvo un hijo llamado Lot. Sabemos que tanto Abram como Nacor estaban casados y que Abram no tuvo hijos porque su esposa, Sarai, no podía concebir.
Taré, por alguna razón tal vez relacionada con la muerte de su hijo, tomó a toda su familia y se trasladó a Canaán pero nunca llegaron allí, se quedaron a mitad de camino, en Harran. Abram y su familia son inmigrantes, lo son antes de que Dios intervenga y lo son después también.
Por el otro lado tenemos a Dios. Es importante seguir el mensaje de todo el libro para entender lo que está pasando. Dios comienza creando al mundo Dios en los primeros capítulos de Génesis. Dios observa su creación y se da cuenta que es muy buena. Pero luego de eso todo empieza a salirse de control. Empieza la desobediencia, empiezan los crímenes, comienzan todo tipo de problemas entre hombre y mujer, entre hermanos y entre padres e hijos. Empiezan problemas entre los locales y los extranjeros, entre diferentes grupos y problemas en la relación entre la humanidad y Dios. Asi llegamos a la historia de la torre de Babel, donde los humanos deciden organizarse para controlarlo todo en un solo lugar para que nada los pueda detener. La torre de Babel era un intento a gran escala de organizarse para perpetuar la seguridad y la estabilidad del grupo.
Aquí es cuando Dios interviene y llama a Abram. Abram es llamado a dejar su tierra, sus parientes, y la casa de su padre. En una sociedad en donde la familia y la tierra son los medios para obtener seguridad y estabilidad, Abram es llamado a dejar atrás todo eso. En los días de Abram, la sociedad giraba en torno a quién era tu padre y cual es tu tierra de orígen. Esas eran, lo que yo llamaría, las instituciones disponibles en aquellos días para conseguir una vida segura y estable: la institución de la familia y la propiedad de la tierra. Institución en el sentido amplio, como ley, costumbre o práctica establecida en la sociedad.
Hoy tenemos muchas instituciones para garantizar la seguridad y la estabilidad. Bancos, escuelas, gobierno, compañías de seguros, policía, el sistema judicial, etc. Así que el llamado de Abram es similar a que hoy en día alguien te diga que dejes la universidad, o que dejes el trabajo que te costó muchos años conseguir, o que dejes el negocio de tu familia que ha estado funcionando durante generaciones, o que alguien te diga que canceles tu seguro médico, o que alguien te diga que quites tu dinero del banco, o que alguien te diga que no llames a la policia cuando tenes un conflicto. Esos sí que son llamados radicales. Hoy hay muchisimas instituciones para asegurar un futuro estable y seguro a muchos individuos y a toda la sociedad. La pregunta es, ¿a qué costo para la humanidad esas instituciones nos aseguran esos beneficios?
Abram es llamado a dejar las instituciones que garantizan seguridad y estabilidad para de esa forma ser una bendición para la tierra. Este es el comienzo del pueblo de Dios. Dios llama a Abram para crear un grupo de personas que vive de forma diferente y que deposita su confianza en cosas diferentes. El llamado a Abram es un llamado radical a imaginar un mundo diferente al conocido. No el mundo en el que sólo la familia y la tierra pueden asegurar su futuro pero al costo de no prestar atención a los demás, o al costo de ver los que no pertecen a tu grupo como una amenaza. Abram está llamado a formar parte de un mundo diferente, y esto, por supuesto, es una bendición para toda la tierra porque amplía la imaginación de lo que es posible.
¿Qué significa esto? Por ejemplo, en el pasado algunos menonitas se oponían a cualquier tipo de seguro. La Conferencia Menonita de Virginia llegó a negar la membresía a quienes poseían algún seguro. Harry Brunk escribe que “en 1900 la Conferencia de Virginia declaró que se oponían a cualquier seguro y que debían hacer de “Cristo su seguro de vida”. (History of Mennonites in Virginia 1900-1960)
Por eso mismo los menonitas de entonces trataron de crear sistemas de ayuda mutua para crear alternativas a los seguros, la mayoría de ellos han desaparecido hoy debido a las regulaciones en Estados Unidos. Pero al menos trataron de imaginar un mundo en el que la gente se apoyara en diferentes instituciones de forma más justa, más equitativa, más accesible. Y durante algún tiempo, estas alternativas fueron una bendición para muchas personas que no podían acceder a los sistemas disponibles.
Otro ejemplo que tenemos es el de la justicia restaurativa. A veces, nuestro sistema judicial no es justo ni equitativo ni provee el mismo acceso a todos. Por eso es que las organizaciones comunitarias han estado utilizando la justicia restaurativa como una alternativa en la que se reúne a las personas que han sufrido un daño o un conflicto para escuchar respetuosamente las experiencias y emociones de los demás. Luego, juntos acuerdan las consecuencias apropiadas. En estos casos la víctima puede encontrar una sensación de justicia porque las consecuencias están acordadas. En la misma línea, la Iglesia Menonita de Estados Unidos creó una guia de estudio para analizar formas alternativas a simplemente delegar en la policia todo nuestro sentido de seguridad y justicia debido a los puntos ciegos que tiene o la violencia que el sistema emplea. Al imaginar una nueva forma más justa y accesible, estamos creando un sistema que es una bendición para todos. Ese es el llamado de Abram y del pueblo de Dios, a imaginar mundos nuevos con nuevas instituciones que son más justas y accesibles. Y esto lo hacemos con sabiduría. No es un llamado a negarnos a todo, pero tampoco simplemente aceptamos el mundo como es sino que continuamos imaginando nuevos horizontes y nuevas formas de organizarnos.
Gálatas 3:7 dice que los que tienen fe son hijos de Abraham, y la iglesia es hoy parte de la familia de Abram, así que la iglesia está llamada a innovar, a expandir la imaginación, para que podamos tener un mundo diferente, un mundo que sea muy bueno, como aquel mundo que Dios observó al crearlo.
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