Ante la nueva ola de variantes del COVID-19, como el DELTA, y ante una lenta vacunación de la población en muchos países de la región centroamericana, hoy me acerco al Pastor José Edgardo Fernández Flores, pastor de la Iglesia de Chamelecón y la Iglesia Menonita Central en San Pedro Sula para que me cuente como la comunidad menonita de Honduras en estos tiempos tan convulsos experimenta su fe anabautista. El pastor es además el presidente nacional de las Iglesias Evangélicas Menonitas de Honduras que aglomera a 130 Iglesias.
WV: Pastor, he podido notar que la Iglesia San Pedro Sula ha sido la primera en posicionarse en las transmisiones de los cultos por Facebook live. ¿Cómo han llevado esta pandemia?
PJ: A nivel de Iglesia Menonita de Honduras, no había una estructura que nos preparará para esta situación cuando vino el cierre. Estábamos en plenos proyectos y casi nadie tomaba en serio el cierre. Todos pensaron que el gobierno lo iba hacer por unas semanas. Cuando nos dimos cuenta ya estábamos de 15 días a meses en el encierro. Casi todo el año del 2020 lo pasamos en cierre. Y creo que la Iglesia central de San Pedro Sula fue las primeras que previmos que esto iba para largo y comenzamos a hacer nuestra estrategia para acompañar. El país cerró el 14 de marzo del 2020, nosotros hicimos el domingo 22 marzo nuestro primer culto por Facebook live pero tampoco teníamos los recursos y eso significó que no sabíamos cómo resultaria la transmision, si el sonido se escuchaba y todo lo demás. Sin embargo, la respuesta fue de mucho ánimo y agradecimiento de parte de las familias, lo que nos llevó a mejorar todo el aspecto técnico. Y a partir de ahí también surgieron testimonios de fe, porque no teníamos las autorizaciones para movernos. (Honduras fue uno de los países centroamericanos con una de las cuarentenas más restrictivas. Había permiso de salir conforme al abecedario de sus apellidos) Dios abrió puertas y cuando nos paraba la policía y explicabamos lo que estábamos haciendo, porque la mayoría de los que hacíamos el culto vivíamos en otras partes de la ciudad, ellos nos dejaban seguir y así hacíamos los cultos virtuales.
Fuimos también los primeros en sufrir pérdidas grandes. El pastor Lino Castro, un reconocido Pastor de la Iglesia Menonita en Honduras, falleció en junio del año pasado (por COVID-19) y eso trajo mucho dolor y confusión entre los hermanos. En este sentido recuerdo haber escrito una carta pastoral animando a todas las iglesias a cómo entender la voluntad de Dios en medio de estas crisis. Ahora estamos en momentos diferentes, el gobierno va avanzando en la vacunación de la población y se ha normalizado en mayor grado la movilización.
WV: ¿Cómo considera que es la respuesta que damos como iglesias anabautistas al sufrimiento y dolor que estamos atravesando en este momento como humanidad?
PJ: Creo que estamos en un momento donde deseamos transmitir a las generaciones actuales lo que nosotros creemos, nuestros principios como anabautistas. Nosotros somos herederos de un movimiento que nació y se mantuvo en medio del dolor y la persecucion. Pero una fe radical tiene un precio. Estamos en el mundo y necesitamos aprender a ser solidarios y amar a los otros. Esta pandemia nos hizo entender aún más esto.
WV: ¿Cómo siente que las situaciones de dolor han formado el liderazgo de la iglesia menonita en Honduras?
PJ: La Experiencia nos ha marcado el cuerpo. Nos ha dejado con un trauma y un impacto en nuestra comunidad. Pero no sólo por la pandemia del COVID sino también por todas las situaciones que hemos vivido como sociedad hondureña. Por ejemplo, desde el 2012, la iglesia en Chamelecón ha sufrido persecución tanto por las pandillas rivales como por el gobierno, por estar la iglesia al frente de proyectos de restauración. Y así vamos aprendiendo de cada situación crítica, que nos prepara para otra. Los huracanes es otro ejemplo con el ETA y el Iota. En la Iglesia de San Pedro Sula, la central, hemos formado ahora un comité de emergencias permanentes que se dedican a la gestión y movilización de recursos para estar mejor preparados.
WV: Ahora que menciona persecución, entiendo que la iglesia menonita Garífuna en Honduras ha sufrido mucha persecución. ¿Cómo están ustedes apoyándoles?
PJ: La Iglesia menonita Garífuna es parte de las iglesias menonitas independientes en Honduras. Familiares de un pastor de la comunidad el año pasado fueron secuestrados y están desaparecidos. Y es en esa situación de injusticia que como iglesia necesitamos reclamar una sociedad más justa, que lucha por construir un mundo mejor. Dejamos plasmado nuestro repudio al acontecimiento mencionandolo en un comunicado a la nación en octubre de 2020 donde ademas se exige al gobierno esclarecer los actos de corrupción durante la pandemia
WV: Es interesante, pastor, ese cambio de paradigma, porque hasta hace poco las iglesias hablaban más de “no preocuparse por las cosas terrenales y enfocarnos en el cielo”.
PJ: Creo que es la parte más compleja de la Iglesia. Aprender en medio de un mundo donde hay tanta oscuridad y en el que es tan importante transmitir el mensaje que no nos resignamos a esta oscuridad. Hace poco tuvimos la oportunidad de visitar una comunidad en Olancho, cercana a Nicaragua, y es una de las iglesias históricas de las primeras comunidades menonitas de Honduras. Fuimos a conocer la comunidad, porque a mí me encanta reconocer las dinámicas de los pueblos y en ese reconocimiento nos encontramos con una familia que estaba velando a su hija. Nos enteramos después por la misma iglesia menonita que la joven había cometido suicidio y la iglesia pensaba además que, por ser la familia católica, no podía acercarse. Recuerdo que animamos a los hermanos y hermanas a asistir al funeral y entramos un grupo, respetamos lo que ellos estaban haciendo y después me acerqué a los padres y les dije que estábamos ahí, que la iglesia menonita estaba ahí para acompañarlos. Pensamos que nos iban a decir algo, y más bien nos dijeron “gracias, gracias por estar aquí”. Yo creo que las comunidades de fe debemos aprender a ver humanos, humanos que sufren y así entonces mostrar los signos del reino en la tierra. Tenemos el compromiso de traer esperanza, aquí en la tierra.
Me despido del pastor José y le agradezco por recordarme no solo la misión integral que debe tener hoy en día la comunidad de fe anabautista, sino también por traerme a mí también esperanza de que hoy más que nunca necesitamos aprender a vernos, como menciona Nouwen, en esa humanidad compartida, doliente que necesita, hoy más que nunca, reconocerse como tal y caminar como tal en la luz de la divinidad.
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