This article was originally published by The Mennonite

Adviento, Lucas 1:26-38: Un desafío a nuestras predicciones y suposiciones

“¿Qué hay en tu barriga?” le pregunté a mi mamá embarazada cuando tenía tres años de edad.

“Oh, aquí está tu hermana. Tendrás la oportunidad de conocerla pronto.” Al ver mi rostro perplejo y curioso, mi mamá se dio cuenta que su único hijo necesitaba ayuda para entenderlo. “Dentro de unos meses, tendrás una amiga para jugar, una hermana,” me explicó ella. “Se llamará Cynthia, y vivirá con nosotros, en nuestra casa, en la habitación contigua a la tuya.” Me gustó la idea de tener una amiga que viva en mi casa, alguien con quien jugar todo el tiempo.

Una noche, mi padre me despertó y dijo que tenía que llevar a mi mamá al hospital, pero que volverían pronto con mi hermanita. ¡No podía dormir! Revolví todo en mi armario, tratando de decidir qué llevar a mi primer encuentro con mi nueva amiga. Imaginaba horas y horas de diversión y quería estar preparado.

Al día siguiente, cuando escuché a la bebé Cynthia, me acerqué a su habitación con mi colección de “Hot Wheels” y alineé los pequeños coches a lo largo del borde de su cuna. ¿Podría mi hermana resistirse a las carreras de “Hot Wheels”? No. Sin embargo, ella no prestó atención a mis juguetes ni a mi; hizo caso omiso de mi intento de amistad. Rechazado, tomé mis coches, crucé la calle y me fui a jugar con mi amigo Mateo.

Obviamente, yo no entendí el anuncio de mis padres. Tampoco sabía cómo prepararme para la llegada de Cynthia. Sabía que ella iba a ser una amiga, pero no como yo esperaba, no como mis otros amigos. La verdad es que no sabía cómo prepararme para su vida.

Durante el tiempo de Adviento, recuerdo cuando tenía 3 años—mientras esperaba lo impredecible, mientras me preparaba para lo inesperado. Durante el Adviento, leemos una historia bíblica que nos pide dar la bienvenida al Mesías que desafía nuestras predicciones y suposiciones. La historia de la Navidad nos invita a una actitud de asombro, de curiosidad y confusión, de pensar lo impensable, de creer lo increíble. En esta temporada de asombro, nuestra guía es María. Seguimos el ejemplo de una adolescente asustada, una joven de un pueblo de mala reputación (“¿De Nazaret puede salir algo de bueno?”), mientras tanto ella espera lo inesperado.

Cuando el ángel Gabriel le dice a María, “Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo,” ella no puede imaginar lo que significará el anuncio. Podemos escuchar un matiz de incertidumbre en su respuesta: “¿Cómo será esto? Porque no conozco varón.” María conoce la biología; ella sabe que el sexo viene antes de la concepción. ¿Cómo será esto? El anuncio de Gabriel abre un mundo vertiginoso de la imposibilidad. Aunque ella no entiende cómo esta noticia puede ser verdad, aunque ella no se puede imaginar un bebé en su vientre, aunque ella no sabe cómo prepararse para el nacimiento del Mesías, María confía en la palabra de Dios: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.”

Así como María, confiamos en el anuncio de Dios, vivimos por la fe en Su gracia, una gracia que nos llega como un regalo imprevisible, sin importar nuestros preparativos y expectativas, sin importar nuestros planes para el futuro, sin importar nuestras suposiciones sagradas de donde y cuándo y cómo Dios se mostrará a sí mismo a nosotros. Durante el Adviento, volvemos a aprender a esperar un regalo que no sabemos cómo recibir, un huésped de quien no sabemos cómo prepararnos, un salvador que llega a un lugar inesperado: el vientre de una muchacha joven, pobre, sin preparación, y asustada.

La presencia de Dios en el mundo es un don profundo, un don de la gracia que perturba nuestra certeza, que perturba nuestro sentido de decoro, y nos abre a un mundo vivo con nuevas y extrañas posibilidades—posibilidades disruptivas, tal vez, porque lo encontramos inimaginable, porque parece contra naturaleza: ¿Dios hecho carne humana? “Porque nada hay imposible para Dios,” el ángel dice.

Y con María oramos a Dios, por nosotros, por nuestra iglesia: ¡Hágase con nosotros como nos has dicho!

Isaac Villegas es el pastor de Chapel Hill Mennonite Fellowship (N.C.) y es miembro de la Junta Ejecutiva de la Iglesia Menonita de EE. UU.

Sign up to our newsletter for important updates and news!