Estación I: “Abre nuestros ojos”
El mes de marzo, es un mes muy significativo. Es el mes donde se inicia la Cuaresma, y es también el mes donde se incide más por los derechos de nosotras las mujeres. Dos temas que parecieran opuestos entre sí: preparar el alma y el cuerpo para la muerte y crucifixión de Jesús, y el salir a las calles a reclamar los derechos que día a día son violentados por el simple hecho de ser féminas. ¿Pero realmente lo es? O mejor dicho, ¿debería existir esa disociación?
Hace poco en una charla que sostenía con varios colegas, conversábamos sobre la situación de la mujer en Centroamérica, específicamente la violencia que sufrimos. La facilitadora, Silvia Regina, teóloga brasileña radicada en Costa Rica, nos comentaba que no debemos de pasar por alto que la violencia que vivimos las mujeres parte precisamente de los discursos que encontramos en nuestras comunidades de fe. Y es que la verdad sea dicha, mucho de los sermones que escuchamos en los púlpitos, la mayoría de hombres, parten de lecturas misóginas donde las mujeres son y siempre serán las culpables de las desgracias de los descendientes de Adán, y luego terminan en las típicas frases “lo dice Pablo”: “La mujer debe callar en la Iglesia, el hombre es la cabeza de la mujer” entre otras ya ampliamente conocidas.
Estación II: “Guíanos a un nuevo camino”
Nos hace falta revisar los textos a la luz de la justicia, y la dignidad de las minorías. Donde el centro no sea el hombre privilegiado, sino las viudas, las madres, las prostitutas, los enfermos, los discriminados, el público mayoritario de Jesús en ese tiempo.
Elsa Tamez en su ponencia “Acercamiento bíblico a la relación hombre-mujer actual” para el CLADE IV celebrado en san José Costa Rica expone: “La realidad violenta de la cual todos y todas aquí somos testigos, debiera ser el punto de partida para reflexionar sobre el tema de las relaciones entre hombres y mujeres en perspectiva cristiana. Porque partir de decretos o dogmas como aquel que coloca al varón en un estado de superioridad frente a la mujer, no hace más que profundizar esta realidad de pecado y darle su legitimidad desde lo sagrado”.
La realidad en América Latina y en muchos otros países alrededor del mundo nos demanda respuestas a esas mujeres que día a día son abusadas por sus parejas, esposos, amigos, pastores, extraños en la calle, quienes se sienten con el derecho de opinar sobre tu cuerpo, y en los peores de los casos crucificarlos, de las maneras más esperpénticas concebidas. Esto lo que vemos a diario en los noticieros de las mañanas; nuestros cuerpos desmembrados y acabados en bolsas plásticas en los basureros municipales.
Sólo en Nicaragua 72 mujeres fueron asesinadas en 2021 (de los que tenemos registro). 72 mujeres que dejaron madres, padres, hijos, hijas, amigos y amigas. Los casos siguen escalando en Honduras, el Salvador, Guatemala, Costa Rica y todo el continente con poblaciones más grandes y con mayores mecanismos de reportes de denuncias. Lo que lastimosamente no se traduce en acceso a justicia, en muchos de los casos. Según datos de la CEPAL al menos 4.091 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 26 países de América Latina solo en el 2021.
Estación III: ” Amor, ya no me quieras tanto”
La madrugada del 01 de enero del 2022, Martha Alicia Robinson, originaria de Bluefields, Costa Caribe Nicaragüense, entró a su casa, sin saber que su expareja se encontraba ahí con el único propósito de asesinarla. Martha, al igual que muchas mujeres, había sufrido acoso por parte de su agresor, quien le suplicaba regresar con él. Se dice que sólo ese día Martha había recibido 251 llamadas de parte de él. El acoso en las redes y el físico obligó a Martha a tomar precauciones, que inclusive se tradujeron en medidas cautelares, pero no hubo caso. Martha fue asesinada, no sin antes ella pedir auxilio a través de llamadas telefónicas a sus familiares quienes corrieron a la estación de Policía, sólo para que les dijeran que no podían atender el caso. Los familiares no pudieron entrar a la vivienda. El hombre la asfixió ante la negativa de Martha de volver con él. Martha dejó en orfandad a 3 niños y a toda una familia y comunidad en luto.
Estación IV: “La Crucifixión”
La crucifixión de Jesús, tenemos que reconocer, tiene rostro de mujer. Peri Rossi, escritora uruguaya, lo describe perfectamente en su poema: Condición de mujer.
Justicia,
Condición de mujer
Deshechas, reventadas, violadas
Maltratadas, heridas, reventadas
Crucificadas, reventadas, desangrada
Reventadas, perseguidas, torturadas
SALVAJES
CONSUMIDAS
Ya sin voz
Sin fe
Sin aliento
Sin espera
Hablemos por sus voces
Pronunciando lentamente cada letra;
M-U-J-E-R-E-S-D-E-J-U-A-R-E-Z
Estación V: “Que nuestra voz sea escuchada”
Digamos todas juntas: “Justicia”. “Justicia por todas las que no están, por las que seguimos como el Cristo cargando la cruz del desprecio, el odio, la discriminación y el rechazo por ser mujeres. Como el Cristo abatido levantamos nuestros ojos cansados al cielo y clamamos al Abba Padre y Madre y nos preguntamos ¿Por qué nos has abandonado?
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