Llegamos por fin a enero de 2025, 500 años después de aquellos sucesos que dieron pie a la formación de una nueva rama del cristianismo. No podemos afirmar que la fe anabautista cambiaría el rumbo de la humanidad, pero sí fue una corriente como otras, que buscaron la restauración de la iglesia del Nuevo Testamento.
Muchas personas piensan que los menonitas y otros anabaptistas, son simplemente personas que se han quedado petrificados mental y tecnológicamente. Aunque hoy sabemos que esto no es así, cuando rememoramos el evento que catapultaría a millones de personas a lo que se denominó “La Reforma Radical”. Digo millones, porque si contamos los 2 millones de creyentes que viven hoy, también deberíamos sumar a todos las que murieron en 500 años practicando y compartiendo esta fe, esta creencia, este estilo de vida particular… Por lo tanto podemos suponer que somos solamente unos pocos.
Quisiera compartir partes de dos artículos que me parecen significativos, para intentar entender la relevancia de la reforma radical anabautista en el siglo XXI.
Centrémonos en la conclusión del libro “La Visión Anabautista” de Harold Bender y un resumen de algunas ideas presentadas por Alfred Neufeld en el artículo “Teologías Anabautistas de la misión”.
Bender expresa:
“A medida que se analiza la visión de los anabautistas aparecen en ella, claramente, dos núcleos.
El primero se relaciona con la naturaleza esencial del cristianismo:
- ¿Es el cristianismo, principalmente, un asunto de recibir la gracia divina a través de una institución sacramental-sacerdotal? (catolicismo romano);
- ¿Es en primer lugar el gozo interior de experimentar la gracia de Dios a través de la fe en Cristo? (luteranismo);
- ¿O es más que todo la transformación de la vida a través del discipulado? (anabautismo)?
Los anabautistas no eran ni institucionalistas, ni místicos, ni pietistas, puesto que pusieron el peso de su énfasis en el seguir a Cristo en la vida. Para ellos era inconcebible que alguien fuera verdaderamente cristiano sin crear una nueva vida basada en principios divinos, tanto para ellos mismos como para todas las personas que se comprometen al camino cristiano.
El segundo núcleo se relaciona con la iglesia:
Para el anabautista, la iglesia no era una institución (catolicismo), como tampoco el instrumento de Dios para proclamar la Palabra divina (luteranismo), ni un grupo de apoyo para la piedad individual (pietismo). Era una hermandad de amor en la cual debía expresarse la plenitud del ideal de la vida cristiana.
La visión anabautista puede aclararse aún más comparando la ética social de los cuatro grupos principales del período de la Reforma: católicos, calvinistas, luteranos y anabautistas.
- Los católicos y calvinistas por igual eran optimistas respecto al mundo, concordando en que el mundo podía ser redimido; sostenían que todo el orden social puede ser puesto bajo la soberanía de Dios y «cristianizado», pese a que utilizaron métodos diferentes para lograrlo.
- Luteranos y anabautistas tenían una visión pesimista acerca del mundo, negando la posibilidad de «cristianizar todo el orden social»; pero las actitudes, las consecuencias de estos dos grupos hacia el orden social eran. diametralmente opuestas.
- El luteranismo decía que puesto que el cristiano debe vivir en un orden mundial que permanece pecaminoso, tiene que acomodarse a él. Como ciudadano no pude evitar el participar en el mal del mundo, por ejemplo, participando en la guerra, y para ello su único recurso es buscar el perdón de Dios; el cristiano sólo puede cristianizar su vida dentro de su experiencia personal y privada.
- El anabautista rechazaba completamente este punto de vista. Puesto que para él nadie puede atreverse a acomodarse con el mal; el cristiano, bajo ninguna circunstancia, puede participar en alguna conducta, dentro del orden social existente, que sea contrario al espíritu y la enseñanza de Cristo ya la práctica apostólica como consecuencia, debe apartarse del sistema mundano y crear un orden social cristiano dentro de la comunión de la hermandad de la iglesia. La extensión del orden cristiano por conversión de los individuos y su transferencia del mundo a la iglesia es la única forma por la cual se puede hacer progreso en la cristianización del orden social.
Sin embargo, el anabautista era realista. Desde una perspectiva a largo plazo veía poca posibilidad de que los seres humanos entrasen a dicha hermandad con sus altos ideales. Por lo tanto, anticipaba un largo y penoso conflicto entre la iglesia y el mundo. Tampoco vieron el tiempo en el cual la iglesia iba a gobernar el mundo; la iglesia siempre Iba a ser una iglesia sufriente. Concordaba con las palabras de Jesús cuando dijo que aquellos que querían ser sus discípulos se negaran a sí mismos, tomaran su cruz diariamente y lo siguieran, y que habría pocos que entrarían por la puerta estrecha para avanzar por la senda angosta. Si esta perspectiva podría parecer algo desalentadora, el anabautismo solía responder que la vida dentro de la hermandad cristiana estaba suficientemente llena de amor y gozo.
La visión anabautista no era una descripción detallada para la reconstrucción de la sociedad humana, pero los hermanos creían firmemente que Jesús pensaba instalar el reino de Dios en el medio de la tierra, aquí y ahora, y es lo que se propusieron hacer sin tardar. No creemos, decían, que el Sermón del Monte o cualquier otra visión que Él tuvo fuese sólo una visión celestial que tenía la intención de mantener a sus seguidores en tensión hasta el último gran día, sino que debemos practicar lo que Él enseñó, creyendo que donde Él caminó podremos seguir sus pisadas, mediante su gracia”.
Comentando este escrito de Bender, Alfred Neufeld expresó lo siguiente:
Implicaciones Misionológicas de la Práctica del Rebautismo
“El rebautismo fue considerado el crimen principal de los anabautistas en su tiempo. No tanto por la teología sacramental, sino porque la práctica del rebautismo fue un acto público de rebelión contra el estado normal, y pedía una contracultura cristiana.
Y el poder de todo el movimiento anabautista precisamente consistió en este acto valiente de poner en tela de juicio la cristiandad tradicional, la simbiosis casi completa entre la iglesia y el estado, entre la fe y la cultura. Obviamente, donde esa simbiosis está intacta, no hay espacio ni necesidad de misión.
Pero cuando se cuestiona, de repente todo el entorno social se convierte en un campo misionero. Y la iglesia de Cristo se convierte en una verdadera ecclesia, un grupo de discípulos llamados del mundo y colocados en el reino de Dios y su nueva sociedad, la iglesia.
Por lo tanto, la práctica coherente del rebautismo puede ser interpretada casi como una nueva cosmovisión, como un nuevo paradigma, que ciertamente tiene muchas implicaciones misioneras:
- La continuidad del bautismo en el Espíritu, bautismo en agua y bautismo en sangre ilustra la cooperación entre la intervención de Dios y el testimonio humano en la misión.
- La práctica del bautismo como una ruptura con el pasado tiene naturaleza misionera.
- La práctica del bautismo como la iniciación de algo en una nueva sociedad es un acto misionero.
- La práctica del bautismo como testigo público es profundamente misional.
- La interpretación de las ordenanzas como rituales comunicacionales ilustra claramente lo que ha sucedido espiritualmente. Esto tiene poder misionero.
- La práctica del rebautismo, que llama al mundo al camino estrecho del discipulado cristiano, a una nueva cultura de paz y justicia en la iglesia, a una nueva cosmovisión global desde la perspectiva del reino venidero y la Jerusalén celestial, hasta cierto punto encuentra paralelos en formas del cristianismo radical en el siglo XXI.
Identificar una o muchas teologías de la misión modernas en el movimiento original anabautista podría ser un poco ambicioso y artificial. Pero definitivamente todo el movimiento fue un movimiento de ir, de enviar, de testificar, de sufrir, de bautizar y de proclamar. En ese sentido fue uno de los movimientos misioneros más importantes en la historia de la iglesia.
En contraste con la mayoría de los movimientos anteriores de conquista y cruzada, fue libre de violencia y ambición política, así como de motivaciones nacionalistas y expansionistas.
Hay muchos elementos que pueden hacer que esta herencia sea fructífera para el mandato misionero de la iglesia de Cristo hoy: la teología del reino, la iglesia mesiánica y una teología radical del bautismo podrían ser tres vías útiles para una exploración más profunda”.
Concluyendo:
Tres puntos principales de las anabautistas originales según Benden son:
- La transformación de todo el modo de vida del individuo a las enseñanzas y el ejemplo de Cristo,
- La membresía voluntaria en la iglesia basada en la conversión
- y el compromiso con una vida santa, y el amor cristiano y la no resistencia aplicados a todas las relaciones humanas.
Para Neufeld, el rebautismo, o bautismo voluntario, es la base de un modelo misiológico válido para la realidad actual, tanto en la evangelización, como en la plantación y formación de nuevas iglesias, como también para llevar el mensaje de Jesucristo a universidades y ambiente de profesionales, pudiendo lograr transformación de personas que buscan sinceramente una opción diferente a las que se ofrecen hoy, con un auténtico cristianismo evangélico.
Fuentes Bibliográficas
Alfred Neufeld: Teologías Anabautistas de la Misión: Una Visión General – Instituto Bíblico Asunción (2022)
Harold Bender: La Visión Anabautista – Ediciones Clara – Semilla (1994) Biblioteca Digital Anabautista BiDA.
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