En memoria de Gustavo Gutiérrez: sobre persecuciones y el llamado a la unidad

Ilustración de Gustavo Gutiérrez. Por Lazuli Ilustración de Gustavo Gutiérrez. Por Lazuli

Nuestra metodología es, a decir verdad, nuestra espiritualidad. […] La reflexión sobre el misterio de Dios (eso es una teología) sólo puede hacerse desde el seguimiento de Jesús. Únicamente desde ese caminar según el Espíritu es posible pensar y anunciar el amor gratuito del Padre…

 

Gustavo Gutiérrez

 

Hablemos de ironías divinas: Uno de los principales representantes y fundador de la teología de la liberación, Gustavo Gutiérrez, muere el 22 de octubre de 2024, en la misma fecha que se celebra el día de quien fue uno de sus principales opositores, el Papa Juan Pablo II. En medio de todas las persecuciones, Gustavo Gutiérrez nunca abandonó el sacerdocio y siempre mantuvo un diálogo con teólogos como Gerhard Müller, ex prefecto de Doctrina de la Fe, y con el cardenal y luego también papa, Joseph Ratzinger. Justo después de entrar a la orden dominica, Gutiérrez comienza su labor docente en la Universidad de Notre Dame. Si hubiera entrado unos dos o tres años antes, se habría encontrado por los pasillos de la facultad de teología con otro profesor, pero de tradición anabautista: John Howard Yoder. 

No quiero detenerme en el tristemente recordado Yoder, de quien sabemos ahora que fue un abusador sexual, sino quiero recordar el encuentro entre algunos de los representantes de la teología anabautista y la teología de la liberación. En 1993 se publicó en español un libro titulado Discipulado y liberación: La teología de la liberación en perspectiva anabautista, (1993) editado por el educador y teólogo argentino Daniel S. Schipani y prologado por el ex profesor de religión en la Universidad de Stanford y activista de derechos civiles y de justicia social, Robert McAfee Brown. 

El libro tiene dos partes. La primera está compuesta de ocho ensayos de diferentes teólogos del ala de la reforma radical y algunos teólogos de la misión integral con sensibilidades anabautistas, como René Padilla. La segunda parte contiene tres respuestas de diferentes teólogos de la liberación: el teólogo metodista José Míguez Bonino, el teólogo bautista Jorge V. Pixley y el teólogo presbiteriano Richard Shaull. Al final, termina con algunos artículos que reflexionan sobre estas interacciones. Hay ciertas diferencias muy marcadas entre ambas tradiciones teológicas; sin embargo, creo que es mucho más lo que los une que lo que los separa. Hay un amplio acuerdo de que ambas posturas teológicas tienen los mismos enemigos, tanto en el mundo: guerra, opresión e imperio, como en la iglesia: ritualismo, sacerdotismo y espiritualismo.

Aunque el libro no recoge ninguna entrada de un teólogo de la liberación católico hay muchas cosas que como anabautistas podemos celebrar del quehacer teológico de Gustavo Gutiérrez. Sería interesante recoger en un libro los diálogos que hay entre la ecoteología de Leonardo Boff y el cuidado de la creación desde la perspectiva anabautista o desde la teología feminista de la liberación y las teologías feministas anabautistas en Latinoamérica. Cuando escucho o leo, por ejemplo, a teólogas anabautistas colombianas como Alix Lozano hablar sobre paz y políticas liberadoras, no puedo evitar pensar en las relaciones que hay con el llamado a la justicia y la opción preferencial por los pobres de Gustavo Gutiérrez:

 

“Entender el discipulado o el seguimiento de Jesús como una forma de vida, más que como un método doctrinal, ha evitado el proselitismo. […] La paz implica el bienestar integral de los demás, independientemente de su religión, raza, sexo u orientación sexual. Hoy, las mujeres y los hombres de fe deben ponerse de acuerdo para abogar por una política liberadora que favorezca a los más desfavorecidos de la sociedad. Hoy es vital que se permita a las religiones estructurar nuevas identidades humanas, que permitan recuperar el lugar político y profético de las mujeres para construir otros mundos posibles, donde la vida justa sea la hoja de ruta o carta de navegación” (Lozano 2020, 95).

 

La catolicidad y el anabautismo

 

Como anabautistas es importante afirmar nuestra catolicidad y el llamado a la unidad que hace el apóstol Juan:

“Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti; que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.

Yo les di la gloria que tú me diste para que sean uno como lo somos nosotros.

Yo en ellos y tú en mí, para que sean plenamente uno; para que el mundo conozca que tú me enviaste y los amaste como me amaste a mí” (Juan 17: 21-23)

Dentro del mundo anabautista todavía quedan resentimientos históricos por la persecución que sufrieron por parte de los católicos (¡y también protestantes!) hace algunos siglos. También hay mucho celo y sectarismo de cierto sector evangélico que ha influenciado a ciertas iglesias anabautistas y ha distorsionado el mensaje de la Iglesia Católica. Para nada quiero minimizar la discriminación y violencia que recibieron los protestantes por parte de los católicos en ciertos países como España y en Latinoamérica. Hay una canción que entonaban ciertas iglesias católicas en el departamento de Chocó en Anolaima e Istmina en Colombia que decía:

“Protestantes embusteros:

Vuestra Iglesia no es de Cristo;

Es de Zwinglio y de Lutero

Y Calvino, otro ministro

 

No queremos protestantes.

Que nos venga a Colombia a corromper;

No queremos protestantes

Que mancillen nuestra patria y nuestra fe.

 

Centenares de pastores

Nuestra Patria invaden ya,

Son los lobos devoradores

Que el extranjero nos da

 

A la Virgen no queréis

Siendo de Cristo la Madre;

En el infierno hallaréis

A Satanás, vuestro Padre” (Hernán 2013, 117)

 

Aunque es innegable que en ciertos lugares el clero católico ha tenido acciones violentas contra otros cristianos, lamentablemente la violencia ha estado presente en todas las iglesias, no hay necesariamente algo intrínseco en la teología católica que justifique o anime a los fieles católicos a perseguir anabautistas, ni siquiera de parte de los más fieles seguidores de Juan Pablo II. Sobre todo, luego del Concilio Vaticano II, los “hermanos separados”, como llamaban a ciertos grupos protestantes, dejaron de ser simplemente cismáticos y herejes.

Veamos lo que algunos teólogos más “conservadores” como Juan Stam y Kevin Vanhoozer dicen acerca de reconocernos dentro de la catolicidad de la Iglesia.

“¡Por ser evangélico, no dejo de ser católico! La palabra «católico» se deriva de la combinación de dos palabras griegas, «kata» (según) y «holos» (el todo) para dar el sentido de «según el todo; universal». Los padres de la iglesia hablaban de la iglesia universal como hê ekklêsia katolikê y las «epístolas generales» como «epístolas católicas» […] No reconocerlo sería desconocer la unidad de la iglesia en el cuerpo de Cristo […] El problema no es con el adjetivo “católica” sino con otro que se añade, que es “romana”. Ese es un adjetivo geográfico muy específico y limitante, y podría interpretarse como opuesto a “católico” como universal e inclusivo. (Stam 2009)

Vanhoozer en su libro Autoridad Bíblica después de Babel. Recuperando las solas en el espíritu del cristianismo protestante (2023), resalta que:

“El centro del mero cristianismo protestante es el evangelio, pero su circunscripción es la catolicidad. «Católico» cualifica a «protestante»: la Palabra de Dios en las Escrituras reúne a la Iglesia, y la «catolicidad» designa el ámbito de recepción del evangelio. Calificar al protestantismo de católico es prohibir que una recepción particular del evangelio se enseñoree de las demás e instar a todas las recepciones particulares del evangelio a estar abierta al enriquecimiento y, si es necesario, a la corrección de las otras embajadas del evangelio (Vanhoozer 2003, 248).

Recuerdo que en mi peregrinaje espiritual durante la adolescencia, antes de identificarme con el anabautismo, llegué a lo que en Estados Unidos denominaron los “Nuevos Calvinistas. Joven, inquieto, reformado (Young, Restless, Reformed)”. Durante ese tiempo decidí que si quería estar tranquilo con mi conciencia en mi crítica al Catolicismo Romano debía acercarme directamente a los más importantes teólogos católicos y no solo leer las caricaturas que hacían ciertos libros evangélicos. Así que fui a la Librería San Pablo en Guayaquil y compré el libro La gracia como libertad (2008) de nada más y nada menos que de uno de los teólogos católicos más reconocidos del siglo XX y el más importante del Concilio Vaticano II, Karl Rahner. En el capítulo 6 sobre la “Justificación”, Rahner dice:

“No hay obras mediante las cuales el hombre pueda procurarse la gracia de Dios, por su propio poder y bondad, ninguna «iniciativa» que esté en el hombre. Toda acción salvífica del hombre sólo posee un carácter de respuesta, e incluso ésta, como facultad y acción real, está sostenida por Dios, que mediante su acción en nosotros nos permite que, aceptándola, seamos capaces de responder y lo hagamos de hecho. […] Mas la libertad creyente que acepta la gracia de Dios es la libertad liberada por la gracia divina de la finitud creatural y del egoísmo pecaminoso. Por tanto la doctrina católica de la justificación no reconoce ningún sinergismo semipelagiano según el cual la gracia se dividirá en acción graciosa de Dios y en una acción libre del hombre, independiente de la anterior, sino que sostiene que la acción libre del hombre que responde a Dios es a su vez regalo de la gracia divina” (Rahner 2008, 212-213)

Recuerdo haber ido corriendo donde mi papá y luego donde algunos amigos calvinistas para que lean este pasaje e infieran de qué denominación cristiana era el autor. Todos estuvieron de acuerdo con que esta declaración sobre la justificación refleja claramente no solo la enseñanza protestante sino, según ellos, calvinista, con su debido énfasis en la depravación total, la inhabilidad del hombre y la soberanía de Dios. Después de esto todo se puso más complicado, había aprendido que las cosas no son tan fáciles como me las pintaban ciertas autoridades evangélicas conservadoras anticatólicas.

 

Reflexiones finales de un anabautista católico

A sus 80 años, desde un hospital en Austria, Karl Rahner redacta un escrito a la Conferencia Episcopal Peruana a favor de Gustavo Gutiérrez y de la teología de la liberación. Unos días después, falleció. Luego de unos años, la persecución hacía los teólogos de la liberación dentro del seno católico paró, por lo menos de manera oficial por parte del Vaticano. El Papa Francisco en el cumpleaños número 90 de Gustavo Gutiérrez, le escribió una carta donde dice lo siguiente: “Me uno a tu acción de gracias a Dios y también a ti te agradezco por cuanto has contribuido a la Iglesia y a la humanidad, a través de tu servicio teológico y de tu amor preferencial por los pobres y los descartados de la sociedad” (2024).

Qué la lucha y la sensibilidad teológica de Gustavo Gutiérrez sean recordadas y celebradas por la Iglesia a la que pertenecemos todos y todas: católicos, protestantes, ortodoxos y anabautistas. Que nos podamos unir a un mismo canto aunque con diferentes instrumentos y que la catolicidad de la Iglesia se recupere en nuestros círculos protestantes y anabautistas. Que la diferencia y las tradiciones teológicas enriquezcan y corrijan nuestra mirada cuando queramos idolatrar una denominación o un santo o santa de donde sea que venga. Cuando muere un fiel seguidor o seguidora de Cristo, las barreras denominacionales dejan de tener importancia y ahora pertenece a toda la Ekklesia.

 


 

Bibliografía:

Albrecht, E. B. E. S., & Stephens, D. W. (2020). Liberating the Politics of Jesus: Renewing Peace Theology through the Wisdom of Women London: T&T Clark.

Carballo, F. H. (2013). La persecución a los protestantes en Antioquia durante la violencia bipartidista de mediados del siglo XX. Medellín: IDEA.

Gutiérrez, G. (2007). Beber en su propio pozo. Editorial Sígueme.

Rahner, K. (2010). La gracia como libertad. Herder Editorial.

Schipiani, D. (Ed.). (1993). Discipulado y liberación. La teología de la liberación en perspectiva anabautista. Ediciones Semilla.

Schökel, L. A. (2006). La Biblia de nuestro pueblo. Ediciones Mensajero, SAU.

Stam, J.S. (2009) Soy un evangélico católico pentecostal, blogs de Juan Stam. Recuperado de: http://www.ticosnet.com/dnn/juanstam/Blogs/tabid/110/EntryID/188/Default.aspx (Accessed: 17 November 2024).

Vanhoozer, K. (2023). Autoridad Bíblica después de Babel. Recuperando las solas en el espíritu del cristianismo protestante. Publicaciones Kerigma.

Vega, R. G., Vega, R. G., & Vega, R. G. (2024, 23 octubre). Muere Gustavo Gutiérrez, el sacerdote peruano que renovó el Evangelio con la teología de la liberación. El País América. Recuperado de: https://elpais.com/america/2024-10-23/muere-gustavo-gutierrez-el-sacerdote-peruano-que-renovo-el-evangelio-con-la-teologia-de-la-liberacion.html

 

 

Jonathan Minchala Flores

Jonathan Minchala Flores estudió grado y posgrado en comunicación, literatura y estudios de la cultura. Actualmente está haciendo un Doctorado Read More

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