La Biblia y la Comunicación: Jesús es la Palabra

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Al tomar la Biblia entre nuestras manos, muchas veces no nos damos cuenta que más que un material de verdades espirituales; es también un maravilloso libro lleno de comunicación y de principios efectivos y útiles en el relacionamiento de las personas, tanto con Dios, con su familia, en la iglesia y con la comunidad.

Yo tenía 34 años cuando inicié mi segunda carrera universitaria, una Licenciatura en periodismo, y lo hice pensando en la posibilidad de escribir, una actividad que me gustaba mucho. Mi fuerte era preparar todo tipo de resúmenes y ensayos.

Una profesora durante la carrera nos hizo escribir ensayos sobre dos libros bien complicados: Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez – e Hijo de hombre, de Augusto Roa Bastos.

Ambos ensayos se han publicado en varios medios periodísticos. Un poco antes de la pandemia, en junio de 2019 el periódico Evangélico Digital en su director Pedro Tarquis, me hizo una invitación para escribir en ese medio en el Magacín dominical.

Inicié una columna titulada PyTheos (Teología desde Paraguay) donde llevo más de 250 artículos, en forma de ensayos, subrayando palabras clave, haciendo preguntas al texto y analizando de forma inductiva la comunicación en la Biblia.

Realizamos el primer año una introducción a la Biblia y la comunicación de cada uno de los libros, y luego realizamos un análisis de los libros de Marcos, Hechos, Efesios y Apocalipsis, y actualmente estamos en el evangelio de Juan. La idea es ir avanzando con todos los libros del Nuevo Testamento.

Al mismo tiempo, estamos incluyendo el material en Anabautista Digital 500 – la Reforma Radical en español:

Dios se comunica

Marcos

Juan

Hechos de los Apóstoles

Efesios

Apocalipsis

Me gustaría compartir con ustedes aquí el primer artículo de la serie de Juan, titulado:

 

El Mensaje se hizo Carne

Entender a Jesús como la mayor Comunicación de Dios (mensaje, logos, verbo, palabra).

Dios, que muchas veces y de varias maneras habló… (por medio de Moisés y los profetas), en estos días finales nos ha hablado (se comunicó con nosotros) por medio de su Hijo (Jesús El Mensaje). Él es heredero de todo, y por medio de él hizo todo el universo. He. 1. 1-2 (adaptado).

Iniciamos esta serie de bosquejos comentados, de forma expositiva, basado en el método inductivo (preguntas), enfocados en los principales aspectos relacionados con la comunicación en el evangelio de Juan.

Seguramente usted conoce nuestra metodología, que ya utilizamos con los libros de Marcos, Hechos, Apocalipsis y Efesios. Normalmente, utilizamos un comentario de un teólogo latinoamericano destacado como fuente de consulta. En esta oportunidad utilizaremos el siguiente material de ayuda:

El Comentario Bíblico Iberoamericano, del evangelio de Juan, por Stan Slade (Ediciones Kairós).

Stan es misionero y teólogo Bautista, quién vivió en El Salvador durante varios años (1983 – 1992). Es profesor de teología itinerante y su pasión es ayudar a los demás a tener un encuentro transformador con el Dios de la Biblia, por medio de estudios inductivos participativos.

Slade (pág. 19), nos introduce al tema señalando:

“Cuando Dios vino a vivir entre nosotros, las cosas no salieron exactamente como habríamos pensado. Hubo sorpresas de todo tipo. Este dato es importante para Juan en todo su evangelio”.

Podemos entender a Jesús, la mayor Comunicación de Dios, como “El Mensaje”; (logos, verbo, palabra).

La expresión “el Mensaje” expresa mucho más que simplemente una palabra o un verbo; implica una acción comunicación intencional e interactiva entre Dios y los seres humanos.

Juan el evangelista, aunque relata sucesos de la historia de Jesús, profundiza realizando la interpretación de los signos, dando explicaciones a las preguntas más profundas que tenemos al encontrarnos con Jesús.

Este evangelio es un libro histórico, teológico, con análisis profundos sobre el sentido de saber, ser, y hacer (la razón de la existencia humana); y por supuesto con un gran enfoque comunicacional periodístico (qué, cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué).

En los primeros versículos responde a preguntas como: ¿Quién es en realidad Jesús?

Utiliza expresiones como Creador, la Luz verdadera, la Verdad, la Plenitud, el Hijo Unigénito.

Por otro lado, expresa que Juan el Bautista es solamente el que da testimonio de la Luz y una voz que clama abriendo camino para Jesús.

Pero comencemos siguiendo el bosquejo de Slade:

1ª sorpresa: luz vs tinieblas (1. 1-5)

Al iniciar Juan nos señala directamente a Jesús, “el Mensaje”, utilizando palabras muy similares a Génesis 1 y también a Proverbios 8. 22-30 (“en el principio”). Jesús es el Creador, y es el autor de la vida. A partir del versículo 5 se nos habla de “la luz brilla” en contraste con “las tinieblas”. Podemos observar el tremendo y “gran conflicto” entre la luz y las tinieblas. (ver Slade, 29-33)

Es indudable la realidad de la existencia del Dios, comunicándose eternamente en la Triunidad… Y Dios continuó expandiendo su comunicación en la creación, en su deseo de entrar en una relación con los seres creados. La creación es parte de la comunicación de Dios (Ro. 1. 20). Todo el énfasis del texto es que Jesús es la expresión máxima de la comunicación de Dios.

2ª sorpresa: la luz necesita testigos (1. 6-8)

Juan el Bautista viene para dar testimonio, para que todos crean en la luz; no es la luz, viene para dar testimonio. Juan es el testigo por excelencia, el precursor de Jesús, quién preparó el camino. (ver Slade, 33-34)

Podemos reflexionar en la humildad del Bautista, al reconocer que es solamente “un testigo” de la luz. No debemos pensar nunca que nosotros o nuestras iglesias son “la luz”, si no solo somos testigos, llamados a dar testimonio de la luz. Juan utiliza en todo el evangelio 47 veces la expresión “dar testimonio” (hablar algo que uno ha experimentado).

3ª sorpresa: la luz es desconocida y rechazada (1. 9-11)

Vemos aquí a Jesús como “el Mensaje”, “la Luz Verdadera”, que viene al mundo, y a toda persona. La sorpresa en este texto es “el rechazo” y el “desconocimiento” de los seres humanos hacia Jesús (la ceguera y la incredulidad). A pesar de este rechazo, seguimos siendo “los suyos”. (ver Slade, 35-36)

Las tinieblas no logran vencer a la luz; pero enfatiza en que la traducción más acertada es, que las tinieblas “no la comprendieron”. Se refiere explícitamente a una cuestión de comunicación; donde la oscuridad y las tinieblas, actuaron para “ocultar” o distorsionar el mensaje de la luz, el mensaje de Jesús.

Aún hoy la lucha entre la oscuridad y la luz tiene que ver con cuestiones de comunicación. A pesar de esto, la comunicación de la luz no ha sido vencida.

4ª sorpresa: Dios nos hace sus hijos (1. 12-13)

La gran sorpresa es que Dios no se da por vencido, y a pesar del rechazo nos sigue buscando, y cuando nos encontramos con Jesús creyendo en él, nos da derecho de ser hijos de Dios, miembros de su familia. Jesús nos transforma. Nacemos de nuevo. Ese creer implica una nueva manera de vivir y una nueva manera de comunicarnos. (ver Slade, 37-39)

Juan nos habla de adopción; donde no se trata de una cuestión de papeles o contratos; sino en una realidad, donde nacemos de Dios, con un cambio de corazón, una nueva vida, una nueva identidad transformadora. Pero esto no se logra con “pensamiento positivo”, o con cualquier intento humano de “procurar” ser hijos de Dios. Solo Dios puede hacernos parte de su familia.

Es interesante observar las dos formas que tienen Pablo y Juan de hablar de la vida nueva en Jesús. Pablo usa la adopción como metáfora porque en el mundo romano, el ser adoptado anulaba toda deuda anterior y le confería a uno una nueva identidad con el padre adoptivo. Juan, como buen judío, tiene en mente la importancia genealógica. Al decir que Dios nos hace nacer desde arriba (o de nuevo), indica que somos partícipes de pura sangre, por así decirlo, en la familia De Dios. El gentil que cree no es inferior al judío.

5ª sorpresa: Dios se hace carne (1. 14)

Aquí el Mensaje resulta una sorpresa tremenda; algo inconcebible para los “intelectuales” de la filosofía griega, judía y romana. Dios entra y se identifica plenamente con la humanidad. “Dios se ha metido donde estamos nosotros y nos entiende desde adentro”. (Ver Slade, 39-40)

Nos encontramos con el cumplimiento perfecto de las metáforas del Antiguo Testamento, del tabernáculo (Ex 25) y de la Shekina, la gloria de Dios viviendo entre nosotros. El Unigénito de Dios, viviendo entre nosotros, siendo el Mensaje, la Gloria de Dios entre nosotros, Jesús lleno de gracia y verdad. (Ver Slade, 40-44)

También podemos comprender que el cumplimento escatológico de la comunión eterna con Dios ocurrirá en la Nueva Jerusalén

“¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios”. (Ap. 21.3)

6ª sorpresa: Gracia sobre gracia (1. 15-18)

Lo que la mayoría de los religiosos de todos los tiempos, y de la época en que vivió Juan no podían comprender era que exista un hombre de carne y hueso, que sea mayor que Moisés. Se presenta aquí un tremendo contraste entre Jesús y Moisés.

“La gracia que Dios nos ofreció por medio de Moisés y la ley queda completamente reemplazada por la gracia que Dios nos ofrece por medio de Jesús”.

“Lo radicalmente nuevo de Jesucristo – en contraste marcado con Moisés y cualquier otra persona del Antiguo Testamento – es que en él se ha hecho visible el Dios invisible”. Jesús es la exegesis de Dios, el que nos hace conocer quién es Dios. “De manera completamente única, Jesús interpreta a Dios para los seres humanos. Por encima de Moisés, la ley y los profetas, Jesús es la palabra definitiva de Dios”. (ver Slade, 44-48)

Jesús es la extraordinaria Gracia y Verdad de Dios y que conocer a Jesús y comunicarnos con él debe ser el principal objetivo de todo cristiano.

Aplicaciones comunicacionales

Dios no ha permanecido callado. Él quiere comunicarse con nosotros, y por eso nos envió a Jesús. Vino a vivir entre nosotros. Jesús es “El Mensaje” de Dios. Solo Jesús, es quién ha dado a conocer a Dios.

No podemos llegar a conocer a Dios sin primero comprender a Jesús. Solo Jesús nos ha contado cómo es Dios.

Nuestras ideas acerca de Dios no pueden servirnos para entender a Jesús. Por el contrario, en vez de permitir que nuestras vagas e imperfectas ideas de Dios definan a Jesús, tenemos que dejar que la revelación de Jesús (El Mensaje), corrija todo lo que creemos en cuanto a Dios. Aquí recomendamos leer un pequeño libro de Marcos Baker “¿Dios de ira o Dios de Amor?” (Ediciones Kairos).

Cada generación y cada uno de nosotros tenemos que dejar que nuestros propios “Moisés” sean relativizados y corregidos por Jesús.

Dios no se reveló a través de doctrinas y fórmula teológicas complicadas, sino en Jesús, El Mensaje de Dios.

Siempre que el cristianismo olvida a Jesús corre el riesgo de alejarse del Dios verdadero.

Debemos seguir el ejemplo comunicacional de Juan el Bautista, de abrir caminos, de señalar a Jesús y no a sí mismo; debemos ser testigos que contemos nuestra experiencia de encuentro y comunicación con Jesús. El Bautista prefirió “menguar”, desaparecer, para que Jesús sea levantado entre las personas. Cualquiera que quiera “eclipsar” a Jesús con su propia persona, o su propio mensaje, está yendo por el camino equivocado.

El predicar el mensaje de Jesús no es enseñar doctrinas, sino que es compartir a una persona. La fe no es algo meramente intelectual, sino que es tener una comunicación real e interactiva con El Mensaje, Jesús.

Wolfgang Streich

Es Lic. en Periodismo y Bachiller en Teología. Está casado con Ruth y viven en Asunción, Paraguay. Miembro de la Read More

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