En esta época del mundial, donde la gente espera con ansias cada partido y donde los jugadores que participan dan todo de sí para ganar la ansiada copa. La copa mundial de fútbol es un movimiento mundial que se da cada 4 años y para lograr este gran evento, tanto jugadores, público y país anfitrión deben prepararse con mucho tiempo de anticipación.
¿Por qué me vino esto a la mente? Personalmente no soy aficionada al fútbol y no tengo ningún equipo o jugador favorito en particular, pero conozco y veo a personas que son aficionadas o aficionados y viven cada partido, tienen un equipo favorito que siguen día tras día en el transcurso que dura el mundial. Son fans, animan eufóricamente y sus emociones se ponen a flor de piel. Los jugadores que son atletas profesionales se preparan años para ser parte de los equipos de cada país que participan en este gran evento visto por millones de personas.
Es fascinante cómo podemos conectar pasajes bíblicos en cualquier circunstancia de la vida. Así que estuve reflexionando que la vida cristiana metafóricamente podríamos relacionarla y compararla como la vida de un atleta.
Pablo compara la vida espiritual con la de los atletas. En 1ra Corintios 3:24 dice así: “No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que los tengaís”.
La vida es un gran estadio donde todos corremos con el fin de lograr metas. Pero esto requiere de mucho esfuerzo, constancia, disciplina para lograr lo que nos proponemos.
La vida de un atleta requiere de mucha preparación, constancia, y sobre todo disciplina. Ser atleta es un estilo de vida donde hay una exigencia personal, física y mental. Y no todos los equipos son ganadores, sino el que llega hasta el final y gana el premio mayor: la ansiada copa mundial.
Es así que como cristianos seguidores del Señor también deberíamos ser obedientes, constantes y tener una disciplina espiritual. En la vida cristiana podemos tener muchas caídas, o rendirnos al sentirnos frustrados, pero como un buen atleta el logro está en no rendirse ante las adversidades, tropiezos y derrotas. En Hebreos 12:11 dice: “En verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”. Para los atletas su fortaleza y motivación a seguir es la satisfacción de ganar el primer lugar, la fama, el dinero, nuevas oportunidades, etc, pero el futuro es incierto, porque al final en los últimos minutos de un partido todo puede pasar, ganar o perder. Sin embargo en lo espiritual la carrera de la vida es segura si confiamos y tenemos fé en Cristo Jesús. Nuestra fortaleza es Él, y nuestro premio es la salvación y la vida eterna. En 2da Timoteo 4:7- 8 dice: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fé. Por lo demás me está guardada la corona de justicia la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí sino también los que aman su venida”.
La vida cristiana no es un camino fácil, a veces podemos despertar desmotivados. Nuestras frustraciones nos pueden hundir y nuestra fe puede flaquear, pero como dice la palabra en Mateo 5:3: “Bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”. Reconozcamos que necesitamos cada día de Él. No perdamos la constancia y disciplina de buscarlo todos los días y sobre todo ser humildes ante Él. En la carrera podemos tropezar, pero no nos cansemos, levántate las veces que sea necesario, recuerda que la mano de nuestro Padre siempre está ahí para ayudarnos a levantarnos y seguir nuestra carrera a la vida eterna con Él.
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