La idolatría de la certeza

Foto por Carolina Zambrano Foto por Carolina Zambrano

A comienzos de este nuevo año fui a visitar la Catedral Evangélica de Chile, que pertenece a la Primera Iglesia Metodista Pentecostal de Chile. En este lugar, durante más de 40 años, se celebraron los conocidos Te Deum Evangélicos, donde se reúnen las iglesias evangélicas para realizar un culto para bendecir al país junto con las principales autoridades del país, encabezado por el presidente o presidenta de la República. Este evento fue instaurado en 1975 por iniciativa del dictador Augusto Pinochet.

Mientras esperaba para entrar, visité una librería cristiana justo a lado de la catedral. En realidad, lo que más vendían en este lugar eran instrumentos musicales, y solo tenían una repisa de libros que apenas se podían ver y que, por alguna razón, estaban bajo llave. La mayoría de libros eran muy antiguos y de teología conservadora, y sus temáticas eran sobre la familia y sobre la historia y teología pentecostal y neopentecostal. Todo buen lector y catador de buenos libros sabe que no puede subestimar ninguna librería por más pequeña, antigua o anticuada que sea. A veces, son justo en lugares como estos que uno puede encontrar libros descontinuados o joyas antiguas. Y así fue. Justo al final del estante de libros encontré un libro publicado por una de las editoriales más conservadoras del mundo evangélico, Editorial Vida, en el 2005, titulado ¿Podemos culpar a Dios? Más allá de una respuesta cliché al problema del sufrimiento, escrito por el pastor y teólogo cristiano Gregory A. Boyd.

La primera vez que escuché de Greg Boyd fue en un audiolibro de Lee Strobel titulado El caso de Cristo, durante mis primeros años universitarios. Estaba en medio de muchas dudas y creía que un buen libro de apologética cristiana, escrito por un periodista entrenado en Yale y con énfasis en estudios legales, podía ayudarme en mis dudas religiosas y angustias existenciales. Estaba saliendo de un fundamentalismo calvinista y ahora me encontraba en las áridas aguas de la apologética evidencialista. Sin embargo, lo que de verdad fue duradero y valioso fue conocer, a través del libro, a algunos/as de los teólogo/as y filósofos/as que luego me iban a acompañar en la vida. Algo que aprecié mucho del libro es que contaba con opiniones de una variedad de expertos/as en teología, algunos más conservadores y otros más progresistas. Dentro de este último grupo aparece Greg Boyd. Luego, me volví a encontrar con Boyd mientras releía uno de los libros de John Piper titulado Los deleites de Dios. En este libro, a diferencia del anterior, se citaba a Boyd para atacarlo y condenar su teología como herética. Leí todas las anotaciones a pie de página con detenimiento y al final me convenció más la postura de Boyd que la de Piper, a pesar de estar leyendo a Boyd a través de los ojos de Piper. El ataque contra Greg Boyd fue tan fuerte que incluso John Piper quería que lo despidan de la institución universitaria bautista donde ambos enseñaban. 

Greg Boyd es un pastor muy interesante, fue entrenado en teología y filosofía en la Universidad de Minnesota, en la Universidad de Yale y en la Universidad de Princeton. Ha escrito extensamente sobre política y es un duro crítico de la derecha cristiana y el nacionalismo evangélico como se muestra en su libro The Myth of a Christian Nation: How the Quest for Political Power Is Destroying the Church (El mito de la nación cristiana: cómo la búsqueda del poder político está destruyendo a la Iglesia) (2009). Ha sido entrevistado por CNN, la BBC, por Robert Lawrence Kuhn para Closer to Truth y salió en el programa The Charlie Rose Show. En los últimos años de su ministerio, Boyd ha sido mucho más intencional en mencionar que su fe es anabautista, y ha participado en charlas y seminarios convocados por la Iglesia Menonita. Incluso llegó a prologar el libro de Stuart Murray titulado Anabautismo al Desnudo (2012). El controversial teólogo canadiense Clark Pinnock, en la Conferencia de Teología abierta y ciencia en la Universidad Azusa Pacific en 2008, lo presentaba como un hombre con muchos talentos y mucha energía, como un evangelista, pastor, apologeta, académico, académico bíblico, académico filosófico y un buen baterista (Pinnock 2008). Además, es vegetariano y fue uno de los primeros teólogos que leí que defendían que el heavy metal es una forma apropiada para adorar a Cristo, ya que hay reflexiones teológicas y oraciones que solo pueden decirse por medio de ese tipo de música y con algunos gritos.

En español se han publicado varios libros de Greg Boyd, entre ellos: Dios de lo posible (2003), Cartas de un escéptico (2004), que escribió junto a su padre agnóstico, Satanás y el Problema de la Maldad. Construyendo una teodicea trinitaria y de guerra espiritual (2006), Dios en pie de Guerra. La palabra y el conflicto espiritual (2011) y el ya mencionado ¿Podemos culpar a Dios? Más allá de una respuesta cliché al problema del sufrimiento (2005).

El argumento central de este último libro es que Dios está revelado en Jesús; por eso, “nuestra manera de pensar acerca del Señor debe empezar y terminar con su revelación de sí mismo en su hijo encarnado” (Boyd 2005, 22). Y la forma en que Jesús interactuaba con los seres humanos no era y no es por medio de una pedagogía del miedo y culpa, por lo tanto hay que desterrar de nuestro discurso teológico la idea de que “todo acontecimiento atroz en la historia del mundo es de algún modo consecuencia del plan de Dios” (Boyd 2005, 19). Creer que todo lo que sucede es decretado por Dios no solo es incorrecto teológicamente sino que hace que concibamos un Dios déspota e indolente y es la razón, según Boyd, por la que muchas personas no quieren saber nada del cristianismo y por las que incluso muchos cristianos/as no pueden vivir con pasión su fe. Además, quiero agregar que según Catherine Keller, esta forma de ver a Dios nos ayudaría a buscar formas creativas de luchar contra las injusticias, resistir la maldad y trabajar por el Shalom y el buen vivir, ya que

No esperamos una solución dictatorial desde arriba. Entramos en una colaboración creativa en un proceso que no podemos predecir ni controlar. Porque el proceso de la nueva creación sigue siendo misterioso. ‘El nuevo cielo y la nueva tierra’ ya no se traducen como una intervención sobrenatural o una huida después de la muerte, sino como la renovación radical de la atmósfera y la tierra (Keller 2020).

Sin embargo, quiero concentrarme en las reflexiones del primer capítulo del libro que trata sobre la idolatría de la certeza y el pecado del orgullo al pretender ser los portadores de la Verdad y, por lo tanto, en creernos en la capacidad de juzgar y confiar en nuestra propia ciencia del bien y el mal. Según Boyd, en el Edén, Dios proporcionó una provisión y una prohibición. “La provisión -el árbol de la vida- nos permite participar en eterna comunión con Dios. Pero el Señor prohíbe tomar para nosotros lo que le pertenece a él, concretamente el conocimiento del bien y el mal. (Boyd 2005, 22). Según Boyd, esto significa que nosotros no podemos pretender tener la capacidad de Dios para juzgar como él lo hace. “A diferencia de Dios, nuestro conocimiento y nuestra sabiduría son finitos. Simplemente no estamos equipados para hacer juicios exactos y fieles acerca del bien y el mal” (Boyd 2005, 23). Esta advertencia de vivir en el amor y no juzgar a los demás se repite a lo largo de todo el Nuevo Testamento. Boyd argumenta que en lugar de buscar respuestas definitivas y cerradas, debemos dar espacio a la duda y la humildad. Este teólogo incluso escribió un libro entero dedicado a este tema titulado Benefit of the Doubt: Breaking the Idol of Certainty (2013). En este libro Boyd desarrolla la idea de que una fe viva es una fe que duda, la certeza por el contrario mata la fe. Este tipo de certeza puede llevarnos a aferrarnos a creencias rígidas que, en lugar de acercarnos a Dios, pueden distorsionar nuestra relación con él y con nuestra comunidad. La fe cristiana tiene que ver más en la confianza y el amor, reconociendo la tensión y la incertidumbre que son inherentes a la experiencia humana y espiritual.

Creo que esto es justamente lo que se ve reflejado en la película “Cónclave”. En la primera homilía del cardenal Thomas Lawrence, Decano del Colegio Cardenalicio y quién dirige el Cónclave, dice lo siguiente:

Al hablar con los Efesios que, desde luego, fueron una unión de Judíos y gentiles, Pablo nos recuerda que el regalo de Dios para la Iglesia es la diversidad. Es esta variedad, esta diversidad de gente e ideas, la que le da fuerza a la Iglesia. Ya a lo largo de los años al servicio de nuestra madre Iglesia, déjenme decirles que hay un pecado que le temo más que a otros: la certeza. La certeza es el gran enemigo de la unidad. La certeza es el enemigo mortal de la tolerancia. Ni Cristo sabía con certeza qué pasaría al final. ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’, Él gritó en su agonía a la novena hora en la cruz. Nuestra fe es viva, precisamente porque camina de la mano de la duda. Si sólo existiera la certeza, no habría ningún misterio y por lo tanto no habría necesidad de la fe. Recemos porque Dios nos conceda un Papa que dude. Que nos conceda un Papa que peque, que pida perdón y que pueda continuar (Berger 2024).

Al final de la película, cuando el cardenal Lawrence descubre que el nuevo Papa elegido, el cardenal Benítez, es intersexual se produce el siguiente diálogo:

― Algunos dirían que mis cromosomas me definirían como una mujer, pero también soy tal como me ves. Fue una época muy oscura para mí. Sentí como si toda mi vida como sacerdote la hubiera vivido como pecador. Claro. le ofrecí mi renuncia al santo padre. Volé a Roma y le conté todo.

― Él lo sabía.

― Sí, él lo sabía

― ¿Y él consideró que era aceptable que continuarás como ministro ordenado?

― Consideramos la cirugía para extraer las partes femeninas de mi cuerpo. Pero, la noche anterior al vuelo, me di cuenta que era un error. Yo era quien siempre había sido. Pensé que pecaba más al cambiar la labor del Señor, que dejar mi cuerpo como era.

― Así que, ¿sigue siendo…?

― Soy lo que Dios me hizo ser.

― Y tal vez mi diferencia será la que me hará más útil.

― Sigo pensando en tu sermón. Sé lo que es existir entre las certezas del mundo. (Berger 2024).

Aunque es una película, la ficción nos ayuda a imaginar un Vaticano que, sin dejar de tomar en serio las diferencias conservadores-liberales, responde a una lógica del amor divino e incluyente y no solo a medir las fuerzas entre los poderes patriarcales. Nos ayuda a imaginar un mundo donde siempre hay una fisura, un cuerpo más sensible, una estructura más porosa donde puede filtrarse la diferencia.

Estoy seguro que si supieran lo que dice este libro, las o los encargados de la librería lo hubieran sacado “al tiro”, como dice Fran, mi compañera chilena. Pero también me gustaría pensar que no fue una mera coincidencia o un descuido de la persona encargada de pedir los libros. Tal vez, este “error” se debió a una “mala” o creativa interpretación de los títulos, índices y sinopsis de las palabras muy pentecostalizadas de Greg Boyd. Tal vez, en esta librería está operando el Espíritu que sopla donde quiere y no puede ser contenido por el control inquisitorial ni la censura. Que haya pasado el filtro de esta editorial conservadora y de esta librería ya es un milagro.

En el fondo, lo que Boyd dice no solo es teología cristiana, incluso evangélica, sino que sintoniza con el corazón mismo del pentecostalismo, donde está muy presente la idea que vivimos en una batalla espiritual, y no que Dios ordena y decreta todo acontecimiento humano, incluso los más grandes males que aquejan a nuestro mundo. La fe pentecostal está abierta a dejarnos sorprender por el misterio divino y a las operaciones del Espíritu Santo. Por esto mismo, cree que las oraciones importan y de verdad pueden hacer un cambio.

Que las lenguas de fuego sean una realidad en nuestros tiempos y bailemos en diversidad y unidad, que podamos creer que el cambio es posible, y que la única certeza que tengamos sea nuestra esperanza en que la justicia y el amor triunfarán porque Dios no nos ha abandonado.


Bibliografía:

Berger E. (Director). (2024). Cónclave [Film]. Focus Features.

Boyd, G. A. (2005). ¿Podemos culpar a Dios? Más allá de una respuesta cliché al problema del sufrimiento. Miami: Editorial Vida.

Boyd, G. A. (2013). Benefit of the doubt: Breaking the idol of certainty. Baker Books.

opentheology. (2008, 18 agosto). Greg Boyd (Part 1 of 13) [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=P6UA1bToI7U

School, D. T. (2021, 14 diciembre). A Letter from Catherine Keller – Drew Theological School – Medium. Medium. https://medium.com/@drewtheological/a-letter-from-catherine-keller-1930029c4914

 

 

Jonathan Minchala Flores

Jonathan Minchala Flores estudió grado y posgrado en comunicación, literatura y estudios de la cultura. Actualmente está haciendo un Doctorado Read More

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