Génesis 2:4-9
En la icónica película, The Matrix, el protagonista Neo es despertado por Morpheus, un combatiente de la libertad que busca liberar a los seres humanos de la esclavitud virtual de un letargo permanente—un estado de hibernación impuesto por las máquinas de inteligencia artificial avanzada. Con sus mentes enchufadas en una realidad virtual perfectamente elaborada, pocos seres humanos se dan cuenta de que viven en un mundo de ensueño a tal punto que la mayoría está dispuesta a dar sus vidas para preservar el sistema que los esclaviza.
¿Suena familiar? ¡Absolutamente! pues de ese mundo Jesús nos rescató. Además de esa realidad espiritual, también vivimos bajo un engaño del sistema de gobierno de nuestro país. Esto se hace claro en el libro, Un Gobierno de Lobos: estado policial emergente de EEUU, aquí el autor presenta amplia evidencia de que estamos viviendo en un mundo de fantasía, cuidadosamente diseñado para asemejarse a una democracia representativa, mientras que en realidad somos poco más que esclavos a un régimen autoritario. Este régimen depende de constante vigilancia, fabricación de espectáculos mediáticos, tribunales secretos, justicia invertida y violenta represión de la disidencia. Y para los pocos que se atreven a desafiar el estatus quo como Edward Snowden, se les asegura ser declarados traidores y catalogados como conspiradores, alarmistas, absolutos lunáticos y enemigos del estado.
Nos engañamos a nosotros mismos, si creemos que en este país tenemos una democracia en la cual nuestra voz y voto cuenta. Los comentaristas sociales explican que el sistema de gobierno nuestro no es una democracia, sino una plutocracia, en la cual las grandes corporaciones multinacionales son las que dictaminan en este país, al corromper a los líderes que los votantes hemos elegido. ¡No me malinterprete! No estoy diciendo que no salga a votar. Si tiene la posibilidad, ejerza su derecho del voto que a nivel local todavía se respeta y se hace valer. Es en los niveles más altos donde la democracia está bajo una gran tela de juicio.
Así como muchos viven bajo la ilusión de una democracia, también hay millones de personas ilusionadas que sinceramente creen ser libres, cuando en realidad el pecado les tiene esclavizadas. Lo cierto es que la única vez que el ser humano estuvo verdadera y absolutamente libre, fue cuando Dios el creador lo puso en el jardín del Edén (delicia), y le dio la libertad de poder escoger y tomar sus propias decisiones. La verdadera libertad conlleva límites o fronteras que nos protegen de peligro, y nos dejan saber que nosotros somos seres creados; y que Dios, nuestro Creador es quien pone los límites.
En Génesis 2, leemos sobre la naturaleza de nuestro Creador. Nuestro creador es un Dios de provisión y abundancia. Todo lo creó bueno, abundante, y lo puso a disposición del ser humano. En este estado perfecto puso Dios a Adán y Eva y nada les hizo falta. Los versos 8-9 dicen, “Dios el Señor plantó un jardín al oriente del Edén, allí puso al hombre que había formado. Dios el Señor hizo que creciera toda clase se arboles hermosos, los cuales daban frutos buenos y apetecibles. En medio del jardín hizo crecer el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal”.
Además de la provisión del jardín, en el versículo 16, vemos que Dios le otorgó libertad al ser humano. En este versículo encontramos la primera declaración de que el ser humano es libre en el jardín. El hebreo original contiene un signo de exclamación al final de la frase, puedes comer de todos los arboles del jardín. Precisamente aquí, Dios le otorga libertad al ser humano.
Es interesante notar que en el cristianismo existen dos posiciones teológicas en cuanto a la libertad. Por un lado está el Calvinismo, que enseña que no existe tal cosa como el libre albedrío pues Dios, que es soberano, ha predeterminado cada decisión en nuestras vidas; incluyendo lo que comamos, digamos y pensemos. Cada detalle de nuestras vidas- de acuerdo al Calvinismo—está predeterminado por Dios. Aparte de esta creencia de predestinación, también enseña el Calvinismo que Dios ha elegido a ciertos seres humanos para ser salvos y a otros para ser condenados. De modo que esta teología no puede ofrecer certeza de salvación para nadie, pues solo Dios sabe quiénes son sus siervos electos.
El peligro del Calvinismo es que presenta a Dios como un manipulador de marionetas o robots incapaces de decidir por sí mismos. Aun el malvado que mata y viola no debe ser culpable ya que Dios predeterminó esos crímenes en su vida—fue predestinado para la condenación. Sin embargo, la Biblia desde el principio, en el capítulo 2 de Génesis, nos revela que en el jardín, Adán y Eva fueron bendecidos con libertad total de escoger entre el bien y el mal.
De acuerdo a Eugene Roop, en el Comentario Bíblico de la Iglesia de Creyentes sobre el libro de Génesis, “La libertad requiere fronteras conocidas. Ninguna libertad existe sin límites. Si solo pudiéramos hacer una cosa, comer de todos los árboles, eso no sería libertad. La libertad debe incluir la genuina habilidad de escoger—de tener otra opción. Si Dios hubiera dejado el árbol del conocimiento del bien y del mal fuera del jardín, no hubiera ocurrido la desobediencia, pero tampoco ninguna libertad para escoger por sí mismos”.
Los hijos ven que sus amiguitos siempre andan en la calle a cualquier hora y nos dicen, “los papás de mi amigo lo dejan salir a la hora que quiera”. Lo triste es que los niños a esa edad no logran comprender es que esos, no son padres ejemplares. Al contrario; son padres que están demostrando falta de amor por sus hijos al estar tan despreocupados por el bienestar de ellos. ¿Dónde están y con quién andan? ¿Quién los está influenciando y que están aprendiendo en la calle? Eso no es darles libertad a los hijos. Eso es demostrarles cuan poco les preocupan y cuan poco les importa si están bien o mal.
Proverbios 29:18 dice, “Donde no hay visión, el pueblo se extravía. Dichosos los que son obedientes a la ley”. De acuerdo al comentario bíblico, Jamieson, Fausset y Brown, falta de visión significa falta de instrucción sobre la verdad de Dios y la frase el pueblo se extravía o perece, significa ser privado de freno moral. Perecer es vivir en un desenfreno moral.
El ateo al igual que toda otra persona que rechaza la palabra de Dios, desea convencerse de que no existe un Dios para poder vivir a su manera y definir su propia moralidad. Dicen, “No existe ley moral porque no existe un dador de ley moral. La moralidad, lo bueno y malo, cada quien lo tiene que definir por sí mismo”. Bajo esta lógica, hace sentido redefinir todo lo que no me parezca bien, aunque se diga que fue establecido por un ser supremo. Entonces, cambiemos pues la definición del matrimonio y cualquier otra institución establecida por Dios, si esta estorba nuestra conciencia y moderna cosmovisión. Si Dios no existe, nada tenemos que temer pues no habrá que rendirle cuentas a nadie.
En estos días circula un movimiento ateo en las redes sociales, que anima a las personas a declararse buenas sin Dios. Openly secular y Good without God que se traduce a abiertamente secular y bueno sin Dios. Estos son dos lemas de este movimiento ateo. Todo el mundo exige libertad de una clase o de otra. Pero mientras el mundo continúe en su rebelión, rechazando la palabra de Dios y sus dictámenes de moralidad, permanecerá en estado de esclavitud. Jesús vino a liberar a los cautivos. Él dijo, “Y conocerás la verdad y la verdad os hará libres” y “A quien el hijo hace libre, es verdaderamente libre” (Juan 8:32,36).
Si tú no has recibido a Jesús como Señor y Salvador de tu vida, estás viviendo un gran sueño—una falsa ilusión—que te hace creer que estás libre, pero aun estás en esclavitud al pecado. Te invito a que conozcas la verdadera libertad que solo Jesús nos puede dar. A quien el hijo hace libre, es libre en verdad. Basta ya de engañarnos con apariencias de religión, ilusiones de libertad y una negación de nuestra condición pecaminosa. En este día te invito, si es que no lo has hecho ya, a iniciar una preciosa relación con nuestro Señor Jesucristo. Ven amigo y amiga. Recibe a este Dios maravilloso que te está llamando, que suple todo en abundancia, nos hace libres y desea estar con nosotros hasta el fin del mundo, y aún más allá de este.
El tiempo es muy corto y no se puede ahorrar. El tiempo es ciertamente ineludible. No tardes más en venir a los pies de Jesús, pues todo aquel que a Él viene, no será rechazado.
Dios te bendiga.
David Araujo es pastor de la Iglesia Menonita del Buen Pastor en Goshen, Ind.
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