Un sepulcro lleno de Esperanza

Foto: Mario Hernández. Foto: Mario Hernández.

La vida de Jesús narrada en los evangelios es quizás el testimonio vivo de la encarnación de Dios en nuestras vidas y en nuestra historia. Recientemente se me invitó a compartir sobre la misión salvadora de Jesús en una organización humanitaria en San Pedro Sula, Honduras. Me puse a pensar en esa misión, que de alguna manera se ha vuelto muy escatológica, muy divina y que nos aleja del hombre que dio su vida, experimentó dolores, y al mismo tiempo trajo un mensaje esperanza a las minorías y a los expulsados de la religión que en vez de acercarnos nos alejaban del abrazo del padre.

Quisiera entonces reflexionar sobre el siguiente texto bíblico a la luz de la teología feminista y la hermenéutica de la sospecha.

Juan 20: 1-18 Dios Habla Hoy

El sepulcro vacío

20 El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro; y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. 2 Entonces se fue corriendo a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo:

—¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!

3 Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. 4 Los dos iban corriendo juntos; pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. 5 Se agachó a mirar, y vio allí las vendas, pero no entró. 6 Detrás de él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas; 7 y además vio que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado, y creyó. 9 Pues todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar. 10 Luego, aquellos discípulos regresaron a su casa.

Jesús se aparece a María Magdalena

11 María se quedó afuera, junto al sepulcro, llorando. Y llorando como estaba, se agachó para mirar dentro, 12 y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús; uno a la cabecera y otro a los pies. 13 Los ángeles le preguntaron:

—Mujer, ¿por qué lloras?

Ella les dijo:

—Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto.

 

14 Apenas dijo esto, volvió la cara y vio allí a Jesús, pero no sabía que era él. 15 Jesús le preguntó:

—Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?

Ella, pensando que era el que cuidaba el huerto, le dijo:

—Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, para que yo vaya a buscarlo.

16 Jesús entonces le dijo:

—¡María!

Ella se volvió y le dijo en hebreo:

—¡Rabuni! (que quiere decir: «Maestro»).

17 Jesús le dijo:

—No me retengas, porque todavía no he ido a reunirme con mi Padre. Pero ve y di a mis hermanos que voy a reunirme con el que es mi Padre y Padre de ustedes, mi Dios y Dios de ustedes.

18 entonces María Magdalena fue y contó a los discípulos que había visto al Señor, y también les contó lo que él le había dicho.

Jesús es el hijo de Dios. Es a través de él que la humanidad se reconcilia con Dios. Es interesante notar que en los versículos 1 al 11 podemos observar la imagen que se tenía de Jesús. Sus discípulos, después de 3 años de ministerio, creían que Jesús era el maestro que hacía milagros. Para mucha gente él era una especie de libertador que vendría a liberar al pueblo de la opresión de los romanos. Es interesante mencionar que estas expectativas sólo vienen de los hombres.  Jesús a través de sus enseñanzas y parábolas les da a conocer que él es el hijo de Dios, pero nunca lo dice abiertamente. Caso contrario a las mujeres. A la primera mujer que él se revela como el hijo de Dios es a la mujer samaritana.

Juan 4. 25 le dijo la mujer: “Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo”.

Seguimos avanzando en el texto y descubrimos que hay un amiente de desconsuelo y frustración. El gran maestro ha muerto, los discípulos están ansiosos, frustrados y en luto.  Es por ello entonces que podemos confirmar que, para ellos, Jesús era una especie de libertador, pero de acuerdo con los valores de sus tiempos. Sería el libertador que vendría a liberar con espadas del yugo romano. Cuando el muere. Muere la esperanza.  Siempre miramos con desdén el actuar de los discípulos, Pero ¿qué tan diferente hubiéramos actuado nosotros con respecto a ellos?, ¿Habríamos pensado lo mismo, si estuviéramos con ellos? o ¿hubiéramos recordado sus palabras y diríamos “El va a resucitar, él es el hijo de Dios”?

Reconocer a Jesús, como el hijo de Dios, como el salvador del mundo y nuestro salvador es clave para entender y sobrellevar las injusticias del mundo. Porque reconocemos que estamos en un mundo roto, en un mundo que se separó del proyecto original que Dios tenía de la creación. Es clave para reconocer que el odio, la discriminación, la violencia, el hambre, la muerte son los valores que rigen este reino, pero no eran el plan original de Dios. Es por ello que en la cruz encontramos el gran amor de Dios al darnos la vida de su hijo y poder así ser salvados.

Pero para mí, quizás el mensaje más grande de Jesús es el de la esperanza.

En el texto siguiente seguimos viendo a María Magdalena.  Pedro y los otros discípulos se van, pero ella queda. En interesante mencionar que en el texto se menciona que ella está llorando: entra al sepulcro y llora.  Llorando cuando los ángeles le preguntan, llorando cuando Jesús le habla.

“Y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús; uno a la cabecera y otro a los pies. 13 los ángeles le preguntaron: —Mujer, ¿por qué lloras?” “Apenas dijo esto, volvió la cara y vio allí a Jesús, pero no sabía que era él. 15 Jesús le preguntó: —Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” (v. 13-15)

Hermoso que Jesús no le dice, “mujer no llores” o “deja de llorar” o la reprende por su falta de fe. Jesús, encarna sus propias palaras cuando dice bienaventurado los que lloran porque ellos serán consolados. Jesús no cuestiona porque llora, simplemente le pregunta ¿Por qué?

En un mundo que está lleno de dolor y de llanto. Muertes en medio oriente, en Ucrania, familias dolientes todavía por la muerte de un ser querido por COVID 19 o arrebatado por actos violencia, el consuelo, la empatía debería ser más común, pero tristemente no lo es. Como seguidores de Jesús estamos llamados a llorar con los que lloran a sufrir con los que sufren, pero lastimosamente en muchos espacios y comunidades de fe no encontramos ese consuelo. Las palabras son precisamente “no llore”, “Dios sabe porque lo hizo, sus planes son lo mejor, o “usted no puede estar deprimido o triste.  Eso no es cristiano”. Así mismo alejamos a las personas que no calzan en nuestros moldes de adoración, nuestros roles de género, vocabulario, pensamiento, sólo por mencionar algunos.

Hace poco un amigo me contó la historia de una amiga que decidió cruzar el rio Bravo con su niño de 8 años y su esposo. El niño empezó a gritar mientras entraban, le pedía que no lo hicieran, que regresaran a sus hogares. La familia desconsolada decidió no hacerlo, el niño estaba en shock. Esta noticia fue titular de varias noticias en Nicaragua: “Niño en llanto pide a sus padres no entrar en el rio Bravo”. Cuando mi amigo nos contó la historia su voz era trémula y se cortó en llanto. Todos en el grupo lloramos  y oramos por esta familia.

Como lo menciona 1 de Pedro 2:24 “El mismo llevó (cargó) nuestros pecados en Su cuerpo sobre la cruz”, en Cristo están todas nuestras heridas, todas nuestras dolencias. Dolencias que cada día, vos y yo somos testigos. Dolencias de una sociedad que agoniza junto con nosotros.

En los últimos versículos Jesús le dice a María Magdalena: “No me retengas, porque todavía no he ido a reunirme con mi Padre. Pero ve y di a mis hermanos que voy a reunirme con el que es mi Padre y Padre de ustedes, mi Dios y Dios de ustedes”.

Las palabras de Jesús son palabras de vida, son palabras de esperanza. Jesús trae un proyecto de esperanza, al mismo tiempo que trae el reino de Dios  a los hombres, a las mujeres, a las viudas, a los niños, a las niñas, a los ancianos, a los enfermos, a los migrantes, a las familias cuyas mujeres han sido asesinadas víctimas de femicidios, a las familias dolientes por la muerte de un ser querido, y que todavía claman por justicia.

 Enel versículo 18 dice que “María Magdalena fue y contó a los discípulos que había visto al Señor, y también les contó lo que él le había dicho”.

Jesús menciona ”Ve y diles”. María Magdalena es la primera evangelista en llevar las buenas nuevas. Va y lleva un mensaje de esperanza. Hoy en día, ¿Qué tipo de mensaje damos con nuestras vidas y con nuestras palabras?  Y también la pregunta es, ¿cómo seguimos manteniendo nosotros mismos, mismas esa esperanza? ¡Que Jesús nos acompañe en este camino, como lo hizo con sus discípulos en el camino a Emaús!

Wendy Vado

Wendy Vado (34) Nicaragüense. Estudió filología y comunicación social en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Le gusta escribir y Read More

Sign up to our newsletter for important updates and news!