Reconozco al comenzar estas líneas que no existe un modelo perfecto de sociedad. Se han escrito millones de líneas desde hace unos 5.000 años. Las diferentes culturas dejaron plasmadas en piedra, ladrillos, madera, cuero y papeles, la realidad de sociedades conflictivas. Donde hay rastros de civilización organizada, hay rastros de conflictos de todo tipo, familiares, comunales, laborales, imperiales, nacionales, internacionales, etc.
Aunque mi trabajo no pretende tener un valor científico basado en la observación y la experimentación, ni en análisis sociológicos, psicológicos, ni teológicos rigurosos, me gustaría proponerle que hagamos una reflexión sobre algunos puntos que me llamaron la atención en la obra de Gabriel García Márquez, “Cien Años de Soledad”.
Mi perspectiva personal, es que de alguna u otra manera García Márquez trata de expresar una realidad social conflictiva identificando de manera muy original conflictos de valores, a través de metáforas, y narraciones hasta cierto punto un poco exageradas, pero que observando detenidamente tiene similitudes con la realidad Latinoamericana.
Hace mucho, mucho tiempo, Macondo fue fundado por José Arcadio Buendía, que venía huyendo de un pasado tenebroso y conflictivo. Llegó con nuevas expectativas, nuevos ideales e ilusiones acompañado de un grupo de personas que lo seguían buscando un mejor porvenir. José Arcadio se convirtió en un líder.
“José Arcadio Buendía era una especie de patriarca juvenil, que daba instrucciones para la siembra y consejos para la crianza de niños y animales, y colaboraba con todos, aun en el trabajo físico, para la buena marcha de la comunidad. Puesto que su casa fue desde el primer momento la mejor de la aldea, las otras fueron arregladas a su imagen y semejanza. Tenía una salita amplia y bien iluminada, un comedor en forma de terraza con flores de colores alegres, dos dormitorios, un patio con un castaño gigantesco, un huerto bien plantado y un corral donde vivían en comunidad pacífica los chivos, los cerdos y las gallinas”.
Tenemos a un padre ejemplar, con una esposa ejemplar y muy emprendedora, Úrsula. Todos sabemos que la familia es la célula básica de la sociedad. La sociedad se compone de familias. El hogar es el corazón de la sociedad. Muchos de los grandes problemas sociales tienen su origen en aquel lugar donde niños y jóvenes aprenden conductas, actitudes, donde se fundamentan los valores de la sociedad del mañana. Hay influencias extraordinarias, que se generan entre las 4 paredes de una pequeña vivienda.
Algo interesante que noto en los sucesos de Macondo, es un cambio negativo en la actitud del líder del hogar, y el líder civil, fundador del pueblo.
“Aquel espíritu de iniciativa desapareció en poco tiempo, arrastrado por la fiebre de los imanes, los cálculos astronómicos, los sueños de transmutación y las ansias de conocer las maravillas del mundo. De emprendedor y limpio, José Arcadio Buendía se convirtió en un hombre de aspecto holgazán, descuidado en el vestir, con una barba salvaje…”.
Su mente empieza a divagar, y se encierra en una tristeza y soledad inigualable. Veo que, a través de toda narración sobre los Buendía, aparecen hijos, nietos y bisnietos tristes, solos, que van perdiendo el rumbo de la vida.
Melquíades, un ser mitológico, aparentemente sacado de alguna leyenda de magia, experto estudioso de los designios y adivinaciones de Nostradamus, escribe en unos pergaminos unas claves secretas y misteriosas. Durante todo el libro puedo percibir como un designio negro, marcado de muy antemano, a los descendientes de la familia, tristes, solos, infelices.
Seguir idea tras idea a García Márquez parece un poco dificultoso. Si uno desea conocer bien los detalles de cada Aureliano, y seguir la trama de la obra literaria, debe concentrarse bastante bien para no perder ningún detalle, y pasar por cambios bruscos de lugar, de tiempo y circunstancias. Lo ideal es leer el libro varias veces, marcarlo y poder seguir la secuencia de hechos. Usando un poco de tiempo, un poco de atención y mucha imaginación, usted podrá entender y vivir muchas de las experiencias relatadas por García Márquez.
Se presentan permanentes conflictos familiares, infidelidades, rivalidades, enfrentamientos entre esposos, padres, hermanos, hijos, nietos. No podría detenerme en cada detalle, pero como dice el dicho, “para muestra vale solo un botón”.
“Amaranta, … decidió con espantosa frialdad que la fecha sería el último viernes antes de la boda, y el modo sería un chorro de láudano en el café”.
Amaranta estaba dispuesta a matar a Remedios. Ellas habían crecido bajo el mismo techo. Realmente me parecen espantosas muchas cosas suceden en la maraña de anécdotas familiares. Algunas pueden ser reales, otras un poco exageradas. Página tras página pareciera que las relaciones se vuelven más difíciles. Hay más distanciamiento. Hay más soledad.
Pasaré rápidamente a otro punto. Del ámbito familiar podemos pasar al aspecto circundante. El pueblo de Macondo. Las estructuras originales eran simples y sencillas, pero al formarse un gobierno central, surgen fuerzas opuestas, que compiten por el poder. Por un lado, los Conservadores y por otro los liberales. Estas fuerzas, creo, que tienden a sintetizar la mayoría de los conflictos políticos y luchas de poder en Latinoamérica. Con gran asombro veo la perspectiva política de García Márquez. Pareciera que nos está diciendo a gritos que los partidos no tienen un andamiaje ideológico firme. Ya lo dijo un político conocido: Nosotros en nuestro partido somos muy flexibles, si hoy nos conviene ser de derecha, vamos a la derecha, y si nos conviene ser de izquierda, vamos para la izquierda.
Al igual que en Macondo, hubo tiempos que todo conflicto se resolvía por las armas. Hoy todos somos “democráticos”. Pero al parecer de García Márquez las democracias no pasaban de ser simples farsas. Muchos acuerdos, pocas soluciones. A más abrazos, más dinero corriendo bajo las mesas.
“Las elecciones transcurrieron sin incidentes… Esa noche… Don Apolinar Moscote… ordenó al sargento romper la etiqueta para contar los votos. Había casi tantas papeletas rojas como azules, pero el sargento sólo dejó diez rojas y completó la diferencia con azules. Luego volvieron a sellar la urna con una etiqueta nueva y al día siguiente a primera hora se la llevaron para la capital de la provincia”
“Los liberales estaban decididos a hacer la guerra…” “32 revoluciones…” pero “Los líderes de la revolución empezaron a sentir el hastío de la guerra” …
El coronel Aureliano Buendía se cansó “de la incertidumbre, del círculo vicioso de aquella guerra eterna que siempre los encontraba a él en el mismo lugar, sólo que cada vez más viejo, más acabado, más sin saber por qué, ni como, ni cuando…”
Y luego se enteraron a través de un noticiero que “… el gobierno conservador…con el apoyo de los liberales, estaba reformando el calendario para que cada presidente estuviera cien años en el poder. Que por fin se había firmado el concordato con la Santa Sede, y que había venido desde Roma un cardenal con una corona de diamantes y en un trono de oro macizo, y que los ministros liberales se habían hecho retratar de rodillas en el acto de besarle el anillo” …
Tomando una analogía de nuestra realidad de América Latina, tantas muertes en conflictos internos, en las revoluciones y golpes de estado, en dictaduras militares, en las movilizaciones sociales y ahora la corrupción en medio de la pandemia de muertes por el Covid – 19. Pareciera ser la pregunta de García Márquez a gritos: ¿Dónde están las convicciones? ¿Dónde está el idealismo? ¿Para qué luchamos tanto?…
Solo me referiré brevemente a la intervención en sociedades de intereses capitalistas, generalmente extranjeros. Aparece magistralmente relatada en los sucesos de Mr. Herbert, el bananal, y el ferrocarril. Le recomiendo leer el capítulo 12 completo, y analizar detenidamente las implicancias sociales del capitalismo, del imperialismo y la globalización.
Podemos ver con claridad en “Cien años de soledad” realidades sobre conflictos en familias, en la comunidad, y finalmente conflictos globales. Si usted no leyó el libro, o lo leyó desde otro punto de vista, le propongo que haga fijándose en este enfoque sociológico. Usted podrá comprender muchas cosas interesantes.
Prácticamente en toda la obra pude notar que los conflictos sociales están relacionados a conflictos de valores. Tratando de hacer una relación entre la obra y los principales valores humanos tomé 3 de ellos:
El primero es el de absoluta igualdad o fraternidad entre los seres humanos. Cada ser humano que existe es único e insubstituible, y de allí proviene su dignidad más sublime. Si en la familia, en nuestro entorno, en cada ser humano con quien contactamos pudiéramos ver a una persona insubstituible, creo, que muchos de los conflictos que existen hoy, desaparecerían. Sin embargo, no prestamos atención a este valor universal.
En Macondo, como en cualquier ciudad del mundo de hoy, se trata la vida humana como si fuera una botella de gaseosa descartable. Hoy me caso, mañana te dejo. Hoy te amo, mañana te odio. Me asusta en pensar en ejecuciones, en leyes marciales, y todo eso, pero más me asusta el odio entre y la violencia entre amigos y vecinos, el odio y la violencia entre familias, el odio y la violencia entre una madre y un pequeño feto. Tanto a nivel familiar, a nivel de país, de región, a nivel mundial estamos recibiendo antivalores que van contra la dignidad humana.
En Macondo encontramos algunos de esos antivalores: “3.000 muertos” porque sí nomás. “17 Aurelianos” muertos, simplemente por una frase expresada en un mal momento. “Una mulata” adolescente que debe acostarse con 70 hombres por noche, durante toda su vida, como castigo por un incendio (quizá también esto último refleja algo sobre el tema del racismo).
Usar a las personas como objetos, como cosas, lleva como resultado graves conflictos sociales. Me pregunto del porqué tantos millones en armamentos, habiendo tanta hambre en el mundo. Me pregunto del porqué tantos secuestros y tantos asesinatos. Me pregunto del porqué de tanto vacío, de tanta soledad en la familia Buendía. Tal vez hemos perdido como habitantes del planeta tierra, el valor de la persona humana.
Una segunda apreciación sobre los conflictos de valores tiene que ver con el valor del amor. Pareciera difícil definir hoy de qué hablamos cuando decimos amor. Aclararé esta pregunta con algunas reflexiones.
Tanto en Macondo como en la actualidad, puedo percibir un sobre énfasis en la pasión y los sentimientos fluctuantes. Muchas veces nos cuesta entender la diferencia. El amor está basado en una decisión consciente de dar lo mejor de uno mismo. El camino más fácil, la pasión y los sentimientos fluctuantes terminan con hastiarnos y amargarnos.
Cada vez que el ser humano se aleja más y más del verdadero amor, más y más semejante se vuelve a los animales. De esto podríamos hablar mucho, ya que mi principal observación sobre la obra de García Márquez es que me parece que él tiene como que una constante obsesión con el tema sexual (presenta en forma literaria todo tipo…, con prostitutas, entre familiares, con adolescentes, y hasta con animales). Creo que los valores que hoy se transmiten por TV, y otros medios de comunicación, tienden a incentivar la pasión y se está perdiendo de lado el compromiso, la responsabilidad, la fidelidad, como características del verdadero amor.
El último valor al que me referiré es el de la libertad. Me refiero a ella como un factor social y no psicológico, aunque los dos estén relacionados. Aparentemente según la trama del libro, nadie puede elegir su destino, ya todo está destinado mediante fuerzas misteriosas, de las cuales nadie puede escapar. Pareciera que Nostradamus y Melquíades lo determinaron todo. Las palabras finales del libro son:
“…en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”.
Tal vez sea una perspectiva muy negativa del autor, tal vez sea un recurso para que podamos pensar en el tema de la libertad. No sé cuál es su postura sobre este tema.
Pero dentro de los valores humanos que más aprecio luego de haber leído Cien años de soledad, es el de la libertad.
No creo en una historia circular, donde todo esté determinado de antemano, tampoco creo en astrólogos ni personas que tiren las cartas. Creo en que cada uno es dueño de su propio destino. Y creo que el destino del ser humano es vivir en sociedad. Por lo tanto, en la medida que cambiemos nuestros valores (no por fuerzas externas, sino por decisión propia), la sociedad también puede ir cambiando.
Un escritor español, de inicios del siglo XX, que vivió en nuestro país, Rafael Barrett, escribió un libro titulado “El dolor paraguayo”. En su obra prevalece el “sentido trágico de la vida” de la sociedad paraguaya. Presenta a los paraguayos como “los hombres melancólicos y alucinantes” y también señala “la expresión fatalista y melancólica de resignación en las caras de las mujeres del mercado”. Él llega a una conclusión sobre los habitantes de mi país de hace unos 100 años: “Las familias luchan contra un ciego Dios – destino que ellos mismos han inventado”
Tal vez García Márquez quiso luchar contra el ciego Dios – destino… de alguna manera. No sé si muchos salen confundidos luego de leer su obra. Tal vez el clímax de la obra esté justamente en “el instante prodigioso en que se revelaron las claves de Melquíades… y vio el epígrafe de los pergaminos perfectamente ordenado en el tiempo y el espacio de los hombres… La historia de la familia, escrita por Melquíades hasta en sus detalles más triviales, con cien años de anticipación”.
¿Pero por qué considera ud. esto el clímax?, me preguntará usted.
Veo que, aunque este clímax pareciera no tener nada sociológico ni teológico, sí lo tiene. Creo que García Márquez pretende decir que luego de cientos de años de dictaduras, de revoluciones, de sometimientos, de corrupción, de falta de valores, algún día podremos descifrar los misterios y los porqués de los conflictos del ser humano.
No sé cuánto tardemos en descifrar los pergaminos. Tal vez estemos empezando a hacerlo en este mismo instante. Tal vez no. Tal vez teológicamente esto tiene un paralelismo con los 7 sellos del rollo del Apocalipsis, que tantos pretenden entender, o simplemente en entender el propósito de vida eterna de Dios para el mundo. Jesucristo señaló en una de sus parábolas un tesoro escondido que un hombre de escasos recursos encuentra enterrado. El mismo va y vende todo lo que tiene para comprar el terreno donde se encuentra el tesoro… Tal vez tengamos la respuesta a la solución de conflictos a solo unos centímetros bajo el polvo que cubre nuestras biblias.
Quizá el mensaje principal de García Márquez es la importancia de la libertad.
Ojalá pudiera algún día escribir de la manera como lo hacía García Márquez, pero para escribir un libro sobre la Libertad en Latinoamérica.
Pero nadie como Jesús para resumir la idea: Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
Cien años de soledad es una novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982. Es considerada una obra maestra de la literatura hispanoamericana y universal, así como una de las obras más traducidas y leídas en español. Se ha utilizado para el análisis la edición de Editorial Cátedra, Madrid, 2005
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