Hay muchas enfermedades que pueden transformar la vida de un líder cristiano. Algunas son pasajeras y otras permanentes, llevando inclusive a pensamientos o acciones suicidas. En los últimos tiempos mucho se habla de la bipolaridad (en realidad el nombre de la enfermedad es Trastorno Afectivo Bipolar TAB), pero muchos no reconocen los síntomas reales de esta enfermedad, ni tampoco saben cómo reaccionar ante personas que están experimentando ya sea una crisis de depresión, o una de aceleración.
Lo peor sucede cuando los miembros de una iglesia estigmatizan o condenan a personas que están pasando por una crisis, cosa que ocurre frecuentemente. Y es mucho más difícil y complicado para un pastor o líder asumir que tiene esta enfermedad y compartir esto con la congregación o con otros colegas.
¿Qué es lo que tengo?
Es importante tener una idea general de esta enfermedad, ya sea que usted piense que tal vez tenga un episodio o conozca a alguien que está con síntomas.
Hay que aclarar que no toda persona que sufre un episodio depresivo es un enfermo con TAB.
El TAB es una enfermedad del cerebro caracterizada por la presencia de alteraciones anímicas ya sea de tipo depresivo o exaltado o irritable. Normalmente los primeros episodios se dan entre los 20 y 30 años. Se calcula un 3 al 5% de la población tienen TAB.
Recordemos que las personas no “son bipolares”, sino que atraviesan un trastorno bipolar, ya que sino convertimos la enfermedad en un apellido que etiqueta y condiciona negativamente; cuando con un tratamiento adecuado pueden llevar una vida plena.
Mi primer episodio fue a los 24 años (1995), cuando terminé el seminario teológico, y estaba como acompañando una campaña de evangelización con un periodo de aceleración (se lo llama también manía o hipomanía de acuerdo con la intensidad).
Aunque durante mi adolescencia era de tendencia introvertido y bastante tímido, no había experimentado lo que podríamos llamar como depresión; tampoco había experimentado la aceleración característica del TAB.
De pronto fue como ingresar a un túnel oscuro, donde no quería hablar con nadie, sentía dolores en todo el cuerpo, dolores de cabeza, y venían a borbotones a mi mente pensamientos de angustia al punto de desear que todo termine. Esto ocurrió el año 1996 estando como copastor de una pequeña iglesia suburbana.
Tal vez fueron dos o tres meses tenebrosos, en las que tuve que pedir al pastor de la iglesia una pausa, por motivos de salud. En ese tiempo estaba soltero, y vivía en casa de mis padres. De pronto fue como que vino mágicamente energías para hacer todo lo que no pude hacer en los meses de penumbra. Y los pensamientos iban muy rápidos; era tanta la energía que solo necesitaba dormir 3 o 4 horas por noche, para seguir pensando, escribiendo, visitando; mi vida iba a 1.000 kms x hora. Hasta me daba por levantarme a la media noche a cortar el césped, o cualquier otra cosa.
Yo no sabía de qué se trataba, hasta que mi madre casualmente leyó un material sobre el TAB, y me recomendó ir a consultar con un médico. Los médicos tuvieron que estudiar cuidadosamente los síntomas, y finalmente me diagnosticaron TAB.
Debo aclarar aquí que hay por lo menos 3 tipos diferentes de TAB, y a mí me diagnosticaron el tipo II. No entraré aquí a explicar mucho, ya que esto solo lo puede diagnosticar un médico psiquiatra.
Y ahora, ¿qué es lo que hago?
En mi caso me empecé a hacer muchas preguntas. ¿Por qué a mí? Yo me había preparado para servir al Señor, y ahora de repente surge todo esto. ¿Qué era esto? ¿Un castigo o una prueba? En mi caso, no resultaba fácil comentar de esto a los pastores, y me preguntaba ¿cómo contarlo a la iglesia?
Lo que hice, fue hacer lo que no debía hacer. Me trasladaron a una iglesia a 226 km de donde estaba, y decidí no hablar mucho del tema, y también probé dejar los medicamentos.
Y todo fue un desastre. Tuve algunas depresiones. Para diciembre de 1998 me habían despedido del pastorado, después de tener una serie de confrontaciones con algunas personas de la iglesia, bajo un episodio de aceleración (manía o hipomanía).
Puedo contar que en mi caso fui reconociendo un patrón de ánimo, con depresiones en otoño, y aceleraciones en primavera. Tal vez para ese momento, me identificaba un poco con el Elías de 1 Reyes 19 (a quién yo llamaba el profeta con bipolaridad).
Debo reconocer que mi salida del ministerio para mi fue algo muy valioso, dado que pertenecía a un grupo legalista y perfeccionista donde nunca jamás tendría la posibilidad de desenvolverme con mi trastorno.
¿Empezar de vuelta?
El año 2000 tras varios sucesos providenciales me uní a la fe anabautista, con los Hermanos Menonitas. Ellos me tuvieron mucha paciencia, y tuve la posibilidad de trabajar por 9 años en Alfalit del Paraguay, un ministerio cristiano de alfabetización de adultos.
Comencé a seguir mi tratamiento un poco más en seriamente, y en 2004 comencé a estudiar la carrera de periodismo. En medio de todo esto tuve momentos en que volvía a dejar mi medicina, y volvía a tener leves depresiones y tremendas aceleraciones.
En todo ese tiempo mi motivación era salir mejor egresado de la carrera de periodismo, y lo logré. Pero cada paso que daba hacia adelante era un paso hacia atrás en mi salud.
Y, ¿qué pasó?
Pasó lo que no debía pasar. Mi éxito académico me llevó a las alturas de la exaltación, al máximo nivel. Y de repente choqué contra una muralla. Y todo se derrumbó. Crisis laboral, crisis sentimental, y crisis económica. No había mejor momento para una tremenda depresión. Fue así como tuve un intento de suicidio en 2009 con una sobredosis de medicamentos.
Luego de pasar una semana en terapia intensiva, volví a intentar salir adelante, y sucedieron otras cosas. Conocí a la que hoy es mi esposa (Ruth) y ella me aceptó con mi bipolaridad; fui a trabajar a una radio a 300 km de mi ciudad, y tuve tiempo de buscar un nuevo rumbo a mi vida.
Fue así que surgió el ministerio que hemos formado, Buenas Noticias Ilimitadas, que es una especie de combinación de comunicación del evangelio con instrumentos relacionados a la comunicación. Luego volví de nuevo a mi ciudad, Asunción.
Me casé en 2011 con Ruth. Pero la historia no terminó. Mi suegra enfermó de Alzheimer, y volví a caer en un desorden en mi vida, causado tal vez por el estrés, y por no descansar las horas suficientes. Estaba tomando mi medicación, pero de nuevo en 2017 intenté suicidarme, y de nuevo me salvaron la vida en uno de los mejores hospitales de Paraguay.
¿Qué aprendí de todo esto?
Bueno, una de las cosas que uno aprende de todo esto, es que cuando uno sabe que tiene TAB, o la enfermedad bipolar, como sea que se llame, uno debe seguir algunas reglas que hoy considero fundamentales.
Ser honesto y humilde
Ser honesto con uno mismo, ser honesto con Dios, ser honesto con los demás. Quizá lo que más cuesta es ser honesto consigo mismo, hablar con Dios de este problema, y hablar con los demás, con los líderes de iglesia, ser honesto con otras personas.
Me hace mucho bien un pequeño grupo de hermanos donde podemos orar en los momentos difíciles.
No se debe jugar con la aceleración, por más divertida que parezca.
Seguir fielmente el tratamiento médico
Hoy en día yo creo que se conocen buenos tratamientos consistentes en antidepresivos y estabilizadores del ánimo. Es bueno además tener una rutina de ejercicios físicos, y una buena alimentación con abundante Omega 3, que es un estabilizador del ánimo natural, que se encuentra básicamente en peces y en semillas como el lino y la chía. En estos momentos se están experimentando medicamentos basados en una planta llamada Aloysia polystachya (burrito). También se debe dormir 8 horas por noche.
Todo funciona bien cuando todo va junto, los medicamentos, el sueño, el ejercicio, y los remedios naturales ya mencionados.
Algunos consejos a líderes de iglesias
Vuelvo a repetir, no soy médico, y el TAB puede variar mucho de una persona a otra. Creo que el texto, y mi experiencia de 25 años con esto, usted puede estar atento, si tiene estos síntomas o algo parecido. También puede estar atento si alguien de la iglesia tiene algo similar. Lo mejor es recibir una atención de un médico psiquiatra, especialmente si estos síntomas se repiten frecuentemente.
A veces un estado depresivo o eufórico puede durar dos o tres meses. Normalmente hay tiempos de normalidad también.
No todo se soluciona con oración y lectura de la Biblia. Para las personas con depresión es muy difícil obtener fuerza de los hábitos espirituales.
Los pastores y líderes de iglesia deben prepararse porque este tipo de cosas están surgiendo con mayor fuerza. La pandemia no produjo TAB, pero sí, muchas crisis de TAB surgieron durante la pandemia; y esto posiblemente no va a parar. Muchas crisis profundas de TAB ocurren en medio de crisis económicas. A veces surgen sin ningún motivo, pero no siempre.
Busque al Señor, y esté listo para ayudar a personas que están con trastornos del ánimo. Un ejemplo muy interesante es la Iglesia Saddleback y el pastor Rick Warren. Un año después del fallecimiento por suicidio de su hijo Matthew, la iglesia de Saddleback organizó una ministerio llamado “Hope” (esperanza) para motivar a la iglesia a ser “casa de refugio” para aquellos que padecen estas enfermedades.
Ya hace algunos años me entrevistaron en el Podcast Cambió 180. Se lo recomiendo escuchar. Es un tema que puede servir en su iglesia para eliminar el estigma de la bipolaridad, y de otras enfermedades mentales.
Pida sabiduría a Dios. Dios le bendiga.
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