Un Lugar Para Explorar la Fe

Todos tenemos preguntas y dudas, y todos necesitamos transitar ese camino. Todos tenemos preguntas y dudas, y todos necesitamos transitar ese camino.

“Y tener eso, me cambió la vida”, reflexionaba un participante en la última noche junto al fogón. Una parte muy importante de mi actual verano en el hemisferio norte que me mantuvo ocupado durante todo el mes de julio fue participar en un programa teológico para adolescentes que están cercanos a graduarse de la escuela organizado por el Anabaptist Mennonite Biblical Seminary (Seminario Bíblico Menonita Anabautista), en Estados Unidos, en la ciudad de Elkhart dentro del estado de Indiana. El programa se llama !Explore y se viene realizando la mayoría de los años desde el 2004.

No es mi primera vez participando de este programa ya que fui parte del equipo de líderes en el año 2019 y el plan era serlo también el año pasado. Pero como ya sabemos, la pandemia cambió cualquier tipo de planes que hicimos en el 2020, por lo que el programa se canceló. Debido a esto, me propusieron usar ese tiempo para realizar un proyecto de investigación sobre el impacto del programa en la vida de los adolescentes que pasaron por el mismo, en el período desde el 2004 hasta el 2019.

Como parte de la investigación decidí contactar y entrevistar a participantes de ese período que el día de hoy son miembros activos o líderes de la iglesia, para tratar de averiguar que memorias e impacto ellos consideran que tuvo el programa en su camino de fe. Una de las primeras cosas que noté es que después de 15 o 10 años de haber participado de !Explore es dificil medir la influencia específica del programa en la vida de una persona. Usualmente, el evento o los recuerdos se mezclan y se suman a un montón de circunstancias de la vida que terminan guiando a una persona en cierta dirección. Por eso fue mejor cruzar las fronteras del programa e investigar y buscar los patrones o experiencias de vida comunes en este grupo de personas que dieron lugar a que puedan elegir una vida conectada y comprometida con la fé y con la iglesia. ¿Cual podría ser ese denominador común? ¿Ir a la escuela dominical cada domingo en la niñez? ¿Tener una familia comprometida con la iglesia? ¿Haber sido parte de un grupo de jovenes vibrante? ¿Tener líderes capacitados? ¿Tener líderes carismáticos?

Adultez Emergente

Hay una teoría sobre desarrollo humano que se viene estudiando en los últimos años que es conocida como “adultez emergente”. Esta teoría reconoce que el período comprendido entre los 18 años, y gran parte de los 20, es distinto a la adolescencia y distinto a la adultez. Hace varias decadas atrás, a los 22 o 23 años una persona ya entraba en la adultez debido a que ya estaba casada y tenía al menos una hija o hijo. La edad media para casarse ha aumentado significativamente en los últimos 50 años.[1] Antes, el período entre los 18 y 25 años era el tiempo en el que una persona conseguía un trabajo estable, se asentaba en el lugar donde iba a quedarse el resto de su vida, se casaba y tomaba el rol de padre o madre. Ahora eso cambió, el mismo período es ahora un tiempo de exploración, inestabilidad, y de probar varios posibles futuros antes de tomar responsabilidades más fuertes.

Jeffrey Jensen Arnet, quien desarrolla esta teoría, explica que la adultez emergente tiene cinco características particulares. Primero, es la edad para explorar la identidad en términos de quiénes somos y qué queremos hacer. Segundo, es la edad de inestabilidad, donde un adulto emergente puede mudarse al otro lado del mundo solo para explorar quién es y qué puede hacer. Tercero, es la edad donde uno se enfoca en uno mismo. La autonomía e independencia es importante en esta etapa, antes de tomar obligaciones y responsabilidades. Cuarto, es el tiempo de sentirse entre el medio de dos etapas. Los adultos emergentes no se consideran ni adultos ni adolescentes. Finalmente, es la edad de las posibilidades debido a que es una época con altas expectativas sobre el futuro.

Resultados

La adultez emergente es parte de la investigación que realizé porque todos los exparticipantes de !Explore que entrevisté se encuentran saliendo de esta etapa o en el medio de la misma. Un factor importante de esta etapa de la vida es que los grupos sociales que influencian a una persona son muy variados. En el pasado, los distintos grupos sociales solían mezclarse. Por ejemplo, los amigos, familia, colegas, eran parte de la iglesia local. Hoy, los adultos emergentes se mudan de ciudad o de país para ir a una universidad o por una posibilidad de trabajo y los diferentes grupos sociales con los que interactuan son mucho más diversos. Esto significa que la influencia de la familia o la iglesia local solo llegan hasta cierto punto, y esto significa que las opiniones y experiencias de vida con las que tienen contacto también son mucho más diversas.

Debido a que la influencia de los grupos sociales de la adolescencia tienen un límite en la vida de un adulto emergente, descubrí que no es la escuela dominical, o la familia, o un lider carismático lo que permite que los adultos emergentes permanezcan conectados y activos en la tradición cristiana. Lo que permitió que la mayoría de las personas entrevistadas sigan conectados con la iglesia activamente fue que encontraron un lugar para explorar la fe, para explorar sus dudas libremente, sin ser juzgados. En algunos casos esto sucedió porque los padres le dieron lugar, o el líder del grupo de jovenes, o un profesor en la universidad. En otros casos fue porque encontraron ese espacio en !Explore, como fue el caso del participante que mencioné al principio, que reflexionó acerca de como cambio su vida haber encontrado un lugar donde poder explorar libremente las preguntas que tenía sobre la fe. Sin embargo, un lugar para explorar la fe sin ser juzgados y hacerlo desde el amor y la confianza en Dios y no desde el miedo a estar equivocados, es lo que mantuvo a este grupo de jovenes conectados a la iglesia.

Vale aclarar que esta investigación fue cualitativa, por lo que las respuestas que provee son específicas a un grupo de personas y no pueden ser generalizadas facilmente. Sin embargo, creo que todos podemos reconocer que siempre hay dudas que tenemos sobre la fe y para mantener viva la misma necesitamos encontrar espacios donde podamos discutir y dudar de Dios y de nuestro entendimiento de lo divino. Habacuc sabía eso, muchos profetas sabían eso, los autores de los Salmos sabían eso. Y si más gente sabe eso podemos crear más espacios donde eso pueda suceder y ayudarnos entre todos a tener una fé genuina que reconoce la duda y lucha con la misma. 

 


[1] Jeffrey Jensen. Arnett and Jennifer Lynn. Tanner, Emerging Adults in America: Coming of Age in the 21st Century, 1st ed., Decade of Behavior (Washington, DC: American Psychological Association, 2006), 3.

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