¡A fallar, danos permiso Señor!

Foto por Wendy Vado. Foto por Wendy Vado.

Vivimos en un mundo roto, pero la sociedad nos exige ser perfectos. La iglesia, el trabajo, la familia no son la excepción. He estado revisando este concepto últimamente: ¿Debemos tener todo resuelto en la vida? A los 30, 40 los estándares son altos. ¿Qué hemos logrado y que no? Jesús lo supo y quizás por eso dijo “venid a mi todos los que están cansados y yo los haré descansar”.  

Pero Realmente descansamos. ¿Hay algún momento en que lo podemos hacer?

Hay una necesidad de ser productivos, eficaces todo el tiempo y en esa rutina el fracaso no debería estar incluido. El dolor, la angustia, la ansiedad y lo que hoy conocemos como “mental health issues” (salud mental) sigue siendo un tabú dentro de las comunidades de fe. Por lo que nuestros discursos entonces se vuelven muy superficiales al dolor, la tristeza y depresión.  ¿Qué mensaje puedo dar hoy a las personas que están a mi alrededor sufriendo o a mi misma en momentos así?

La respuesta debe venir de un acercamiento a la vida y enseñanza de Jesús como un Dios-hombre que también sufrió y mostró su vulnerabilidad. Cuando Jesús rompe a llorar por la muerte de Lázaro, cuando tiene miedo y suda, como gotas de sangre en el Getsemaní, cuando se enoja a tal punto de tirar mesas y sillas y lo que se encontrara a su alrededor nos debería de dar la libertad, la confianza de romper con el esquema que la cristiana, el cristiano es un ser de luz que no pasa por momentos emocionales fuertes. También debe venir de un reconocimiento de la humanidad doliente, de la complejidad de esta y por supuesto de sus sin sentidos.

En un contexto de tanta enfermedad y muerte, no deberíamos exigirnos tanto. Pero el sistema no puede parar.  Y nos quiere funcionales, hasta el día de nuestra muerte.

Hoy me quiero dar permiso de decir que está bien fallar, no saber la respuesta, no ser la mejor siempre en todo, que no hay que ser la mujer, madre, amiga, amante perfecta. Simplemente porque eso no existe. Hoy quiero que nos demos permiso de llorar, gritar, de levantar nuestro puño al cielo y decir:

¡Esto no es justo! De increpar, de gritar y de llorar hasta que no tengamos lagrimas…. y en este sentido el expresar el dolor es distinto para hombres y mujeres. Mientras a nosotras se nos anima a “Aguantar, a soportar” a los hombres se les dice que llorar es muestra de debilidad. La tolerancia a la imperfección es también distinta.

Recientemente miré un TED talk, donde una mujer decía, que según una encuesta las mujeres tenían más probabilidades de abandonar proyectos científicos, que sus compañeros masculinos no porque no tuvieran las capacidades, sino porque no les gustaba fallar. A los hombres se les anima a “intentar” y a nosotras a “lograrlo”.  Si ser fuerte cansa, ser perfecta lo es aún más.

Si el día pinta gris, píntalo más. Date permiso de llorar. También el dolor está permitido, las preguntas sin respuestas, el dolor a la indiferencia, al rechazo, a la culpa…y si nuestro sistema lo reprime no importa, vos y yo no lo necesitamos.  Necesitamos ser humanos. Como el mismo Jesús nos enseñó, ser vulnerables, llorar está bien. Es hora de descubrir belleza en el dolor y la enfermedad, en las tristezas y alegrías y permitir que Dios nos abrace en la confusión.

Wendy Vado

Wendy Vado (34) Nicaragüense. Estudió filología y comunicación social en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Le gusta escribir y Read More

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